Wǔshù fú. La ropa en las artes marciales chinas
Vivimos tiempos complicados para los rituales. Todo aquello que no tiene una aplicación práctica directa, o simplemente no está de moda, es directamente descartado de sentido para el entrenamiento.
La propia estructura de nuestras disciplinas integra un importante volumen de rituales que tienen un enorme sentido y utilidad, aunque a ojos del profano no se perciban. La indumentaria de las escuelas es uno de esos factores que podemos incluir en lo que denominamos «rituales de base».
Y es que, el ritual de la indumentaria empieza por la misma preparación de la ropa, su lavado, su doblado, etcétera. Toda esa preparación previa, incluso el mismo hecho de introducirla en la mochila, forma parte de un protocolo de contextualización que comienza mucho antes de entrar en la sala. Es por esto por lo que, en muchos casos, el tipo de indumentaria o ropa que se trae a las clases muestra, de forma indirecta, aspectos del carácter, ego, compromiso y responsabilidad del alumno que, en algunos casos, no se toma el tiempo si quiera de hacer unos preparativos tan simples como reservar la ropa con la que va a realizar su práctica diaria.
Muchos de mis alumnos suelen preguntarme por el sentido de ir uniformados. Es una pregunta lógica en determinadas edades y creo que se merece un poco de explicación para que comprendan este aspecto tan importante de nuestra cultura marcial.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS EN OCCIDENTE
La práctica marcial tradicional hunde sus raíces en las tradiciones militares más antiguas. La utilización de uniformes en los ejércitos ha sido una práctica que se desarrolló gradualmente a lo largo de la historia. La idea de uniformar a los soldados tuvo varias razones detrás, incluyendo básicamente 4 aspectos de la máxima importancia:
la identificación
la moral
la logística
la disciplina
En Europa podemos rastrear esta tradición en términos históricos desde la antigüedad hasta nuestros días. Veamos grosso modo cómo evolucionó todo esto:
Antigüedad y Edad Media: En la antigüedad, los ejércitos a menudo no tenían uniformes estandarizados. Los soldados generalmente llevaban su propia ropa y armaduras, aunque podía haber cierta consistencia en el equipo y armamento. Sin embargo, en algunos ejércitos antiguos, como el romano, existía cierta uniformidad en las armaduras y vestimentas que servían para identificar a diferentes unidades y rangos.
Siglo XVII: El uso de uniformes en el sentido moderno comenzó a emerger en Europa alrededor del siglo XVII. Durante las guerras del siglo XVII en Europa, como la Guerra de los Treinta Años, algunos ejércitos comenzaron a adoptar colores y estilos de ropa específicos para mejorar la identificación de las tropas en el campo de batalla.
Siglo XVIII y XIX: Durante el siglo XVIII, la práctica de usar uniformes se generalizó en los ejércitos europeos. Los uniformes se volvieron más elaborados y se utilizaban colores distintivos para identificar a diferentes regimientos y unidades. Durante este período, los uniformes también tenían un papel en la moral y la disciplina, ya que un uniforme bien hecho y presentado era considerado un signo de orgullo y profesionalismo.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS EN CHINA
En el caso de China, la historia de la uniformidad en los ejércitos tiene raíces profundas y ha evolucionado a lo largo de las diferentes dinastías. Los uniformes militares en la antigua China eran bastante diversos y reflejaban la cultura y la tradición de la época.
Hagamos también un breve repaso a la historia de este particular elemento en nuestro ámbito de influencia directo.
Dinastía Qin (221-206 a.C.) y Dinastía Han (206 a.C. - 220 d.C.): Durante el período de la Dinastía Qin y la Dinastía Han, los soldados llevaban armaduras laminares hechas de placas de metal o cuero, y esta armadura solía ser el elemento más distintivo de su uniforme. Los uniformes no eran estandarizados en términos de color, pero había cierta uniformidad en el diseño de la armadura.
Dinastía Tang (618-907): Durante la Dinastía Tang, los uniformes militares comenzaron a ser más variados y elaborados. Había una variedad de armaduras, y los soldados a menudo llevaban túnicas sobre la armadura. Los colores y diseños de las túnicas eran variados, pero había cierta uniformidad en términos de estilo.
Dinastía Song (960-1279): Los ejércitos de la Dinastía Song tendían a estar ya más estandarizados en términos de uniformes. Los soldados llevaban armaduras laminares y túnicas, y había más consistencia en términos de colores y diseños.
Dinastía Ming (1368-1644): Durante esta dinastía, la uniformidad se convirtió en una característica más prominente de los ejércitos chinos. Los soldados llevaban armaduras coloridas, a menudo con patrones y diseños específicos. Los uniformes solían ser de colores brillantes, como rojo, azul o amarillo.
Dinastía Qing (1644-1912): En la Dinastía Qing, los uniformes militares continuaron evolucionando, con la adopción de diseños Manchúes. Los uniformes a menudo incluían chaquetas de armadura y sombreros con elementos distintivos para identificar el rango y la unidad.
Ya en el siglo XX y XXI, a medida que avanzaba la tecnología y cambiaba la naturaleza de la guerra, los uniformes militares también evolucionaron. Por ejemplo, en el siglo XX, los uniformes de colores brillantes y elaborados fueron reemplazados por uniformes de camuflaje, más prácticos para la guerra moderna.
EL PORQUÉ DE ESTA UNIFORMIDAD EN EL ÁMBITO MILITAR
Podemos resaltar cinco características generales que justifican estos cambios hacia la uniformidad en el ámbito militar.
Funcionalidad y movimiento: Al igual que los uniformes militares, los uniformes de artes marciales están diseñados para permitir un amplio rango de movimiento, lo cual es esencial en combate y práctica marcial.
Moral, disciplina y respeto: Los uniformes en las artes marciales a menudo simbolizan la disciplina, el respeto y la tradición, valores que son también fundamentales en el contexto militar. Los uniformes también servían para fomentar un sentido de orgullo, unidad y pertenencia entre los soldados, lo cual era importante para la moral. Además, el hecho de tener que mantener el uniforme en buen estado fomentaba la disciplina.
Identificación y Pertenencia: Una de las razones más obvias para la introducción de uniformes era facilitar la identificación de los soldados en el campo de batalla. Los uniformes permitían a los comandantes distinguir fácilmente entre amigos y enemigos.
Logística y Suministros: Tener un uniforme estandarizado simplificaba la logística y la distribución de ropa y equipo a las tropas.
Distinción de Rango y Unidad: Los uniformes permitían incluir insignias y marcas que indicaban el rango y la unidad a la que pertenecía un soldado, lo que facilitaba la organización y el mando.
UN MODELO HEREDADO PERO DIFERENTE
Sin embargo, aunque las escuelas tradicionales de Wushu heredan algunos de estos motivos, hay otros de mayor calado que tienen que ver con la propia función docente de las escuelas y que se alejan de los elementos más vinculados directamente a la utilidad en el campo de batalla.
Alejándonos bastante de concepciones folclóricas o imitativas, como pueden ser algunos indumentarias concretas de diversos estilos de índole religioso o deportivo, la uniformidad en la escuela cumple un papel fundamental en la formación interior del artista marcial.
Se trata de un recurso de gran valor para conseguir entrar en el contexto de la práctica sin la carga autorreferente que supone para nuestro ego una indumentaria que señale nuestra diferencia frente al resto de alumnos que conforman el grupo de entrenamiento.
Algunas personas critican esto como un anacronismo que ya no tiene ningún sentido en el siglo XXI. Y como dijimos antes, es cierto que algunos de estos elementos claramente militares no tienen sentido en el ámbito civil actual, pero muchos otros sí, sobre todo en términos simbólicos, psicológicos y motivacionales.
Vivimos en una sociedad que fomenta la individualidad sobre un pretendido magma social democráticamente igualitario. Ante constantes mensajes mediáticos que fomentan la idea de un grupo social cohesionado, se crean constantemente categorías que nos separan y nos aíslan en modelos de autopercepción exclusivos. Es irónico que el resultado de todo esto sea la creación final de tribus o estereotipos altamente gregarios y, por ende, fácilmente manejables desde diferentes estamentos.
Para valorar el sentido de la uniformidad en las escuelas de artes marciales debemos apuntar a otros objetivos, aspectos con un determinado valor espiritual superior a toda esa parafernalia de modas, categorías y desconcierto.
En muchas disciplinas este tema ni se discute. Ya que la indumentaria forma parte de la propia cultura con la que el alumno pretende identificarse. También encontramos modulaciones en estos supuestos para poder introducir aquellos elementos diferenciadores de unos sobre otros; elementos que permiten al usuario marcial mantener su input consumidor hasta lo más profundo de la propia sala de entrenamiento.
NUESTROS VERDADEROS MOTIVOS
A continuación, expondremos algunos de los aspectos más importantes que justifican la adopción de un modelo uniformado en las escuelas de artes marciales.
El primero de ellos es la importancia de contextualizar simbólicamente el momento del entrenamiento. En algunos grupos como los de Taijiquan, he tenido alumnos que venían a entrenar siempre con la misma indumentaria deportiva, siempre la misma.
En ese caso, sin saberlo, estaban optando por una uniformidad que les ayudase a diferenciar el momento del entrenamiento de los restantes momentos de su día a día cotidiano. El momento de vestirse con la indumentaria correspondiente, asociada al momento del entrenamiento, es una ayuda para empezar a desmontar toda la estructura de pensamientos desbocada que traemos en la mochila.
El segundo punto importante es la utilidad para disolver en el grupo un factor limitante para la percepción clara de lo que estamos aprendiendo. Este sentimiento de unidad permite desvincularnos temporalmente de nuestro ego autorreferente, liberando con ello una importante parte de nuestro pensamiento que podemos destinar al foco y concentración que nuestra práctica y estudio nos demandan.
Un tercer aspecto es el vínculo de identidad que establecemos culturalmente con nuestra práctica. Este vínculo nos ayuda a sentir lo que hacemos como algo con cierta trascendencia para nuestro propio desarrollo y construcción personal.
Entender la simbología que puede haber tras un determinado color en la ropa, o el número de botones de una chaqueta o la utilidad de un fajín o cinturón puede también adelantarnos información sobre algunos de los aspectos más esotéricos de una disciplina que toca todas las partes constituyentes del ser.
En cuarto lugar debemos resaltar la funcionalidad. El tipo de ropa, el tejido, el diseño o su funcionalidad directa para el tipo de actividad biomecánica y de contacto que vamos a realizar es, entre otros muchos, un factor que determina un tipo de indumentaria más práctica para estas finalidades.
Podemos concluir que, aceptar una indumentaria común es una muestra de respeto a las normas y el código de la escuela; también una muestra de compromiso con la idea formativa y de entrenamiento de todo el grupo.
Mostramos con ello que aceptamos una serie de normas de diferentes tipos, fundamentalmente conductuales y de respeto en la sala, que ayudan a la formación del carácter disciplinado y autosuficiente que intentamos desarrollar; sobre todo para una práctica enfocada a los contextos adversos para los que nos preparamos .
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