Retiro Covid-19. Nota 1
"Para vivir una vida buena (en el sentido de eudaimónica) se deben comprender dos cosas: la naturaleza del mundo (y por extensión, el lugar de uno mismo en él) y la naturaleza del razonamiento humano (incluyendo cuando fracasa, como ocurre con tanta frecuencia ".
Cómo ser un estoico
Massimo pigliucci
Vivimos tiempos difíciles que en realidad no lo son tanto. Esta catástrofe sanitaria que estamos viviendo parece que viene para quedarse un tiempo. Un tiempo que nos va a exigir a todos estar confinados en nuestras casas, estar semi recluidos para evitar que la pandemia se extienda más deprisa de lo que debe.
Esta situación contrasta con el hecho de que muchas personas tienen que seguir trabajando. Otras tienen que seguir haciéndolo desde sus casas y muchas más tienen que parar de hacerlo. El trabajo es una de esas cosas que nos ancla a la vida más terrena, de las que nos muestra que hay que sudar para vivir y esforzarse para conseguir lo necesario. Sin él, sin esta obligación diaria, es menos fácil transitar la vida.
Nuestra sociedad vive, en muchos casos, de espaldas a lo que es verdaderamente necesario. Es preciso que replanteemos esta escala de valores para que la situación sea más llevadera. Tenemos agua, luz, un hogar, teléfono, televisión, información a raudales. Tenemos un servicio de salud que actúa cuando más lo necesitamos. Las farmacias y los comercios de alimentación siguen abiertos para garantizar el suministro de lo básico y, dentro de todo esto, podemos hasta sacar al perro a pasear o ir al banco.
Imagino lo que debe suponer estar en un territorio ocupado, en una zona catastrófica o en un campo de refugiados. Nuestro mal es mínimo si lo comparamos con la cruda realidad de lo que pasa ahí afuera. Es por eso por lo que debemos valorar lo que tenemos y utilizarlo para proyectar en positivo todo aquello que podamos.
Son tiempos para apretarse el cinturón, para gastar lo básico, para optimizar lo que se tiene y para reducir el contacto directo con otras personas. También son tiempos para poder entrar en lo profundo de nuestras vidas, para poder meditar sobre lo que hacemos y por qué lo hacemos. Para reconectar con nuestras parejas, integrar a nuestros hijos y echar de menos a nuestros padres y hermanos. Son tiempos para ver con más claridad las cosas y para aprender mucho, todo lo que podamos.
Cuando todo esto acabe será preciso mirar atrás y ver que hicimos con este tiempo que se nos ha dado, cómo afrontamos las necesidades que surgieron y cuáles eran reales. Por último, tendremos que reflexionar sobre cómo trabajamos la generosidad que configura lo que es esencialmente la condición humana, la única premisa para salir mejor parados de todo esto.
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