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Repeticiones, aburrimiento y transferencia interhemisférica.


¿Te cansa repetir una y otra vez lo mismo? ¿Consideras innecesario seguir insistiendo en repetir acciones que ya sabes hacer, que comprendes correctamente? Este es un sentimiento absolutamente normal, pero que entraña algunos riesgos inherentes a las exigencias de progresión de cualquier estilo marcial.


En esta entrada vamos a tratar esta realidad que nos ha afectado en alguna ocasión a todos los que practicamos artes marciales. Una realidad ineludible a la que podemos enfrentarnos de múltiples formas; desde replantearnos actitudes, hasta clarificar objetivos, comprender los métodos y establecer diversas contramedidas desde la perspectiva del entrenado y, como no, desde la responsabilidad del profesor sobre su propia didáctica.


REPETIR NO SE PUEDE SUSTITUIR

Qué duda cabe de que insistir en las cosas aburre. Insistir una y otra vez en lo mismo puede ser un infierno convertido en rutina, sobre todo cuando estamos educados en el cambio permanente hacia nuevos estímulos. Y no todo tiene que ver con nuestra educación, nuestra propia mente tiene una predisposición natural a reenfocarse sobre todo lo nuevo que aparece en nuestro espectro de objetivos de atención.


En nuestra práctica, la insistencia, la repetición, el volver una y otra vez sobre lo mismo, es un factor que no se puede sustituir. Debemos insistir constantemente en diferentes modelos de acción para lograr su correcta automatización y que ningún segmento de su continuo dinámico se nos pierda por el camino. Un conjunto de patrones de movimiento protocolizados, cuyo único objetivo no es otro que la pretendida excelencia sobre la técnica en términos de aplicación real, con todo lo que ello conlleva.


ALUMNOS DEL SIGLO XXI

No es fácil encajar esto en un modelo de sesión estándar, en el que los alumnos provienen de un ecosistema plagado de algoritmos que luchan por mejorarse para ser dignos de nuestra constante atención; un hábitat en el que el bombardeo de novedades es permanente y en el que pocas cosas llegan a durar más de 280 caracteres, una simple foto o 3 minutos de vídeo.



Criticar la situación sirve de poco, sobre todo cuando nuestro ámbito de acción frente a esta realidad se circunscribe a otros patrones que poco o nada pueden hacer contra esa realidad. En la práctica marcial, casi todo va de trabajar sobre nosotros mismos y es lo que procede para abordar esta situación en el aprendizaje.


Aunque ya hemos hablado de esto en varias entradas, en esta nos gustaría perfilar el tema de forma práctica, es decir, analizar opciones reales para conseguir resultados en el entrenamiento, sin que la insistencia que necesitamos sobre cada elemento de práctica se convierta en objeto de aburrimiento, tedio o frustración.

Debemos insistir constantemente en diferentes modelos de acción para lograr su correcta automatización

Podemos empezar por analizar cómo abordamos esta problemática en las escuelas. Para ello, creemos que el diseño de la sesión debería tener esto en cuenta para poder reorientarse a los tiempos que corren, revisando el modelo o filosofía de repetición que se sigue en cada sesión de entrenamiento.


A nadie se le ocurriría decir hoy en día: «repetid este movimiento 300 veces antes de cambiar de lateralidad en el ejercicio», o «haced esta técnica continuamente hasta que no podáis levantar ya los brazos o estéis a punto de vomitar por el esfuerzo». Aunque he vivido personalmente estos modelos, y constato algunos de sus beneficios, reconozco que se aleja bastante de convertir la práctica en algo agradable para los tiempos que corren.


Pero pese a ello, el ajuste que hagamos debe seguir asumiendo que el volumen de repeticiones debe ser lo más alto posible, sobre todo si queremos cierto grado de automatismo y de excelencia técnica. Y no solo lo dicen la mayoría de los maestros, la ciencia también apoya esta afirmación.


¿QUÉ DICE LA CIENCIA?

Un estudio, publicado en la revista Neuroscience Letters en el 2002, examinó el número de repeticiones necesarias para adquirir automatismo en una tarea de motricidad fina, en la que los participantes tenían que mover un cursor en una pantalla de computadora con un joystick. Los resultados mostraron que después de alrededor de 5.000 repeticiones, los participantes mejoraron significativamente su rendimiento y la actividad cerebral asociada con la tarea se automatizó.


Otro estudio, publicado en la revista Journal of Neurophysiology en el año 2003, investigó el número de repeticiones necesarias para automatizar un movimiento de agarre de la mano, en un grupo de participantes que no tenían experiencia previa en la tarea. Los resultados mostraron que después de alrededor de 2.000 repeticiones, los participantes mejoraron significativamente su rendimiento y el movimiento se automatizó.

el volumen de repeticiones debe ser lo más alto posible

Está claro que la clave está en repetir, pero cómo hacemos que esto no se convierta en un suplicio para nuestro alumnado. ¿Qué tal ser más creativos?



OPCIONES AL ALCANCE DE LA MANO

Ahora más que nunca, debemos abordar las repeticiones introduciendo múltiples versiones y variables; diferentes puntos de vista de lo mismo, diferentes ejercicios relacionados con un mismo eje, diferentes cambios de oponente para practicar la misma acción o en diferentes circunstancias de ejecución. La multiplicidad de escenarios y modelos que se pueden generar desde cada idea técnica es enorme, no tenemos argumentos para no multiplicar los espectros de repetición de una idea dentro de mil marcos diferentes.

Si nos centramos en el segmento infantil, las mínimas repeticiones insertadas en una gran variedad de juegos y ejercicios diferentes permiten sesiones con cargas de posición que se acercan a las pretendidas en los entrenamientos más austeros. Esta realidad nos ayuda mucho a poder insistir sin aburrir ni menoscabar el interés de los más pequeños, mucho más despiertos a cualquier tipo de novedad; y si es divertida e impactante, mucho mejor.


Debemos tener en cuenta que el tiempo de atención promedio actual en el aprendizaje de los niños de 7 a 9 años, por ejemplo, es de alrededor de 20 a 30 minutos (aunque puede variar según el niño y la tarea que esté realizando). Si queremos exprimir a nivel didáctico esa cantidad de tiempo, o incluso incrementarla, tenemos que ser capaces de desarrollar todo un arsenal de variables de interés para sus cuestiones y que susciten las ganas de seguir realizando la misma acción. Muchos niños tienen la capacidad de repetir una tarea con mucha insistencia hasta que el resultado les convence, esa realidad ocasional también juega a nuestro favor.


Respecto al entrenamiento de los adultos, aunque igualmente debemos garantizar esta variedad de enfoques y de abordajes, es preciso que en algunos estratos seamos más exigentes y presentemos la necesidad en una parte importante de su cruda realidad. Ser consciente del sentido y objetivo de lo repetitivo puede formar parte del cultivo de un tipo determinado de carácter que ansiamos y que pretendemos fomentar. No obstante, dado que no todo el mundo está en un grado de madurez o fortaleza para aguantar estas propuestas, debemos proceder de forma similar en cuanto a la variabilidad de propuestas.

La multiplicidad de escenarios y modelos que se pueden generar desde cada idea técnica es enorme

REPETIR PARA APRENDER, REPETIR PARA MEJORAR

Si nos centramos exclusivamente en el apartado técnico por parejas y en el trabajo en solitario, ambos deberían tener un número mínimo insalvable de repeticiones, para generar algún tipo de memoria corporal en la cadena de sucesos de la que se compone el conjunto de la técnica que estemos estudiando y practicando.


Y es importante matizar estos dos elementos puesto que, el número de repeticiones que estimamos para desarrollar la comprensión completa de la idea de la técnica no es el mismo que necesitamos para interiorizar estos patrones.


Es importante destacar que el número de repeticiones necesarias para automatizar una tarea, aunque la ciencia nos ayude con sus estadísticas generales, puede variar entre cada persona. Además, asumimos que el aprendizaje marcial no es un proceso lineal. En algunas tareas, el aprendizaje puede ser rápido al principio, pero luego se ralentiza a medida que se alcanza un nivel de habilidad más alto. En otras tareas, el aprendizaje puede ser más gradual y continuo.


En cualquier caso, el número de repeticiones, la velocidad de estas o el grado de oposición que iremos introduciendo progresivamente en cada ejecución constituirán, de base, el concepto de carga variable que podemos establecer para este tipo de trabajos. Es cierto que, en algunos supuestos de trabajo en solitario, la utilización de elementos de lastre en las ejecuciones también puede configurarse como parte del diseño de carga progresiva que podemos plantear para el ejercicio.



VAMOS AL GRANO ¿EN LA SESIÓN CÓMO LO HACEMOS?

Personalmente, recomiendo establecer esta carga en un tiempo determinado de ejecución enmarcado en la temporización de la sesión para cada fase, partiendo de un mínimo aceptable de repeticiones dentro de ese marco de tiempo.


Uno de los motivos por lo que lo hago así es porque, en cualquier sala de entrenamiento normal, coexisten alumnos de diferente nivel, edad, complexión, capacidad intelectual, habilidades motrices o cualidades físicas básicas. También encontraremos otros factores diferenciadores influyentes, como pueden ser las habilidades naturales para la concentración, para la memorización o las propias afinidades intrínsecas de la persona a nivel motivacional o su propio carácter.

el aprendizaje marcial no es un proceso lineal

Esto hace que, dado que cada pareja va a trabajar a diferentes niveles, podamos garantizar que los alumnos con mayor capacidad, o conocimiento previo, insistan con mayor intensidad en el desarrollo técnico; y que los alumnos que aún no están en ese nivel de entrenamiento viajen a otras velocidades y a otro número de repeticiones «efectivas».


¿CUÁNTAS A CADA LADO?

En mi propuesta de ejecución tampoco establezco un tiempo medio para cada lateralidad. Prefiero iniciar la técnica en la lateralidad que tiene más probabilidades de asentar la idea de base, es decir, aquella que mejor puede adquirir las propuestas que estamos introduciendo. Cuando observo que el índice general de aplicación es aceptable, entonces pido a todo el grupo que se cambie de lateralidad.


Cuando se realiza un cambio de lateralidad prematuro, es decir, cuando aún no se domina el objeto de repetición con un mínimo de calidad en la primera lateralidad, la dificultad de traslación de los patrones que buscamos en el otro lado será mucho mayor.

Aunque puede dar la sensación de que darle prioridad de volumen a una lateralidad sobre la otra podría generar un desequilibrio final entre ambos lados, esto no suele ocurrir del todo por múltiples motivos.


En realidad, no se trata de tener un enfoque bilateral mediocre, se trata de adquirir por lo menos uno con un cierto grado de habilidad. Será en el progreso del entrenamiento cuando iremos entonces transfiriendo esas habilidades a la otra lateralidad. Hay mucha evidencia científica que nos permite relajarnos en este sentido.


¿ENTRENAR SIN ENTRENAR? LO ACLARAMOS.

Existen algunas muy interesantes, que sugieren que el entrenamiento de un lado del cuerpo puede mejorar la función del otro lado, aunque no se esté trabajando directamente sobre él. Este fenómeno se conoce como «transferencia cruzada» o «transferencia interhemisférica». 1

estamos ante un proceso orgánico, que sistemáticamente se transforma y que se rige por algunas leyes que no podemos sortear

La transferencia cruzada o transferencia interhemisférica se refiere a la capacidad del cerebro para compartir información y habilidades entre los hemisferios cerebrales, es decir, la comunicación entre el hemisferio derecho e izquierdo del cerebro.


Por ejemplo, si aprendemos a escribir con la mano derecha, a medida que practicamos, el cerebro desarrollará conexiones neuronales específicas en el hemisferio izquierdo que controla la mano derecha. Con el tiempo, esta habilidad también puede transferirse al hemisferio derecho, lo que significa que podremos escribir con la mano izquierda con más facilidad.

La transferencia cruzada también puede ocurrir con habilidades cognitivas, como el lenguaje y la percepción espacial. En algunos casos, cuando se produce daño en un hemisferio, el otro hemisferio puede compensar la función perdida mediante la transferencia cruzada de habilidades. Aunque la transferencia cruzada parece ser una realidad, aún se requiere más investigación para comprender mejor cómo funciona y en qué medida se produce. Sin embargo, estos estudios sugieren que el entrenamiento unilateral puede tener efectos beneficiosos más allá del lado del cuerpo entrenado directamente.


Por otro lado, y resaltando el factor de la dificultad intrínseca en el estudio técnico marcial, en una revisión de diferentes investigaciones se explica que en los artículos que analizaron la influencia de la dificultad en este tipo de transferencias, determinaron una mejora de la transferencia cuando la tarea era desafiante para el individuo. Estos resultados se ciñen a la propuesta teórica, donde el tipo, novedad y complejidad de la tarea condicionan la transferencia. Además, mayores demandas de coordinación y activación neuromuscular involucran mayor oxigenación y activación cortical, favoreciendo mayores adaptaciones que las tareas sencillas. 2


En cualquier caso, debemos asumir que estamos ante un proceso orgánico, que sistemáticamente se transforma y que se rige por algunas leyes que no podemos sortear, pero sí podemos replantear nuestra acción frente a ellas; algo necesario para que la actualización y supervivencia de nuestros sistemas sea una realidad en este siglo de las distracciones.


Solo nuestra creatividad, nuestro conocimiento y nuestra empatía con las realidades que nos afectan nos ayudarán a participar en este nuevo paradigma de la didáctica y el entrenamiento marcial del siglo XXI, un escenario que nos exige una reinterpretación productiva de todo lo que la tradición nos ha enseñado como imprescindible.


Referencias de consulta




3. Watanabe, J., & Funahashi, S. (2002). Neural mechanisms of dual-task interference in visual working memory during precuing and postcueing periods. Neuroscience Letters, 333(2), 95-98. https://doi.org/10.1016/S0304-3940(02)00992-7


4. Karni, A., & Sagi, D. (2003). The time course of learning a visual skill. Nature, 365(6443), 250-252. https://doi.org/10.1038/365250a0




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