Cada competición tiene su reglamento particular. Esto parece incoherente a la hora de intentar establecer un desarrollo progresivo de los deportistas desde las competiciones locales a las regionales, nacionales e internacionales.
Si las exigencias estándar en una competición local no parten de las mismas bases estructurales que las competiciones internacionales, de algún modo, comprometemos la evolución deportiva de los atletas a futuro.
Somos conscientes de que no podremos evolucionar en las exigencias de nivel que se presentarán en competiciones de mayor envergadura como puede ser un campeonato de Europa, o del mundo, sin tener en cuenta estos parámetros desde las primeras fases competitivas del deportista.
Está claro que las características específicas del reglamento, en términos de valoración, condicionan el modelo de entrenamiento enfocado a mejorar la habilidad que pueda garantizar el máximo rango dentro de la escala establecida.
Sin embargo, algunos de los reglamentos que encontramos en estos diferentes estamentos tienen más que ver con el nivel de práctica que podemos exigir para cada caso. No podemos plantear modelos de competición mundial en una competición local, pero sí es importante que exista un eje de progresión que no se aparte de los objetivos que, a largo plazo, cualquier programa de entrenamiento serio debe definir desde el principio para sus atletas.
El entrenador de futuros competidores debe tener en cuenta esto en su programación a largo plazo, sobre todo en proyectos formativos que comienzan en las edades más tempranas del espectro entrenable.
Esta preparación debe partir de una base de reglamento global, es decir, ver cómo se articula el máximo exponente de reglamentación posible a nivel internacional para, posteriormente, modular las entregas parciales que suponen competiciones de menor exigencia valorativa. Por estos motivos, creo que es fundamental que nos centremos en el reglamento internacional como base de desarrollo desde las primeras etapas competitivas para ir ascendiendo en las categorías de progresión desde estas exigencias estandarizadas.
El reglamento recoge un conjunto de normas básicas para la competición. Estas normas cubren la estructura de la competición, cómo se organiza la estructura arbitral, cómo se estructuran las modalidades, qué se exige en cada modalidad en términos de ejecución, procedimientos, valoración, duración y estándares propios de cada modalidad o estilo.
También se detalla la codificación arbitral, la constitución de las mesas y los materiales precisos para llevar a cabo la tarea judicial deportiva. Del mismo modo se establecen en él los protocolos de revisión y reclamación, así como la configuración final de los podios dentro de cada modalidad o categoría de competición.
Os dejamos aquí el reglamento actual de la Iwuf para la competición de Taolu de Wushu moderno.
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La estructura arbitral
El equipo de jueces queda establecido en el reglamento de la competición y deben ceñirse a las funciones que para ellos se determinan en el mismo. El juez debe tener una formación abundante, tanto en la práctica puramente técnica de los sistemas marciales que evalúa, como en la práctica arbitral para poder garantizar la calidad de su trabajo durante las pruebas.
La cantidad de jueces por pista, así como las funciones de cada uno, están recogidas en el reglamento estableciendo una serie de parámetros de valoración diferentes para cada uno de ellos y en los rangos de puntuación que le corresponda a cada prueba.
Veremos más adelante y con detalle esta estructura, así como el protocolo de arbitraje que será, en definitiva, la interpretación práctica de los contenidos de valoración recogidos en el reglamento principal del evento.