Reflexiones para desarrollar un entrenamiento sincero y efectivo. 8 consejos para la práctica
El cultivo oriental de las artes marciales
va más allá de cuanto yo haya visto en los gimnasios norteamericanos.
Hay una técnica psicológica, además de la fisiológica, que va muy unida a esta.
Joseph Campbell
El poder del mito
¿Cuántos factores influyen en la aplicabilidad efectiva de una técnica? Si te haces esta pregunta y maduras la respuesta el tiempo suficiente, verás que el resultado es abrumador. Son muchísimos los elementos que pueden cambiarse en el transcurso de la más simple situación. Estos elementos están entrelazados, tienen diferentes niveles de entrelazamiento y de complejidad, obedecen a causas diferentes y operan de forma distinta en cada persona.
Estamos acostumbrados a ver exhibiciones de aplicaciones estéticamente impecables, con un nivel de precisión increíble y con velocidades que escapan a la captura de los miles de detalles que esconde el movimiento cuando supera nuestro umbral efectivo de observación.
TIP 1: El combate requiere inteligencia, condición emocional, física y psíquica, habilidad y adaptabilidad. Podemos obtener todo ello con un entrenamiento consciente, bien dirigido, diverso, con alto número de exposiciones y de variables, y con un incremento progresivo coherente, natural y constatable de las cargas de desarrollo físico, de contenidos técnicos y situacionales que podemos asumir.
Estas muestras están expuestas como si estuviésemos en un museo del movimiento marcial. Se presentan como en una vitrina imaginaria para que podamos observarlas de forma crítica y objetiva. Si vigilamos con detenimiento este tipo de exhibiciones, en espectáculos concretos para ello, o también en los miles de vídeos demostrativos que inundan internet, podemos concretar algunos elementos muy curiosos a tener en cuenta para evitar confusiones arriesgadas para nuestra salud.
Casi todas las demostraciones ocurren en contextos muy prefijados, es decir, distancias, ángulos, intención, guardia, extremidades, defensas, etc., completamente predefinidas. Un conjunto de factores cuya foto fija no veremos por ningún lado en una situación real. Es lógico y fundamental que para exponer un ejemplo de aplicación de una técnica en un contexto determinado, ambos elementos, tanto la técnica como el contexto, queden fijos para poder perfilar y aprehender la simbiosis temporal de ambos elementos. En este tipo de acciones demostrativas no podemos introducir elementos imprevistos ya que harían variar el modelo que estamos intentando explicar.
TIP 2: Las bases técnicas trabajadas con compañeros permiten reproducir de forma repetida experiencias dinámicas de contacto, fijar patrones de acción variable dentro de contextos identificables a nivel inconsciente y aumentar el nivel de proximidad a los factores operativos de un combate real.
La utilidad de este tipo de muestras resulta fundamental para comprender algunos detalles concretos de los objetivos específicos del arte. Es normal que cualquier maestro o profesor, en el transcurso de una explicación, aborde los detalles técnicos de lo que enseña prefijando estos parámetros para ello.
El problema comienza a gestarse cuando opinamos sobre la aplicabilidad de la técnica desde estos parámetros puntualmente congelados, es decir, cuando nos creemos que podemos reproducir una secuencia como la mostrada en una situación aparentemente gemela con posibilidades absolutas de reproducción. Nada ocurre dos veces de la misma forma.
Los que hemos tenido experiencias combativas en la calle o en competición somos muy conscientes de la dificultad de encontrar modelos de situación estándar puros en casos reales. Podemos verlos, pero son una raya en el agua, unas aguas turbulentas, discontinuas e inesperadas.
TIP 3: El entrenamiento del gesto combativo queda impreso en las formas, verdadero núcleo estructural de las propuestas técnicas adaptativas de cada estilo en particular. Sin formas no hay estructura ni potencial de transformación. La educación reactiva se desarrolla desde modelos de combate libre y regulado que aumenten el ritmo, velocidad e imprevisibilidad de las acciones.
Si observamos con más detalle, muchas de estas explicaciones suelen progresar combinando diferentes tipos de técnicas sin que el oponente, la persona que ayuda a la exposición, haga absolutamente nada, ni siquiera un gesto de cambio o de movimiento para evitar la situación.
Aquí comienzan realmente los problemas de confusión de los que adolecen muchos sistemas actuales, sobre todo en el ámbito de la autodefensa. Un profesor que en su explicación distribuye 4 o 5 acciones ofensivas sobre un oponente sin que este haga nada, o está faltando a la verdad o nos está mostrando cómo se agrede a una persona indefensa.
Es increíble que pensemos que un oponente, entrando a una distancia de intercambio fluctuante o de invasión en profundidad, va a responder a cada acción que hagamos de la forma que tenemos prevista sin interferir nuestra continuidad técnica, o no va hacer nada mientras le aplicamos una técnica tras otra. ¿Qué quiero decir con esto? Que no podemos confundir la complicidad del compañero con el que ejecutamos la técnica durante la práctica y el estudio con la realidad reactiva de un posible oponente real.
TIP 4: Comprender la cantidad de elementos que pueden superarnos en situaciones reales de enfrentamiento nos ayudará a ser más humildes y evitar que el ego nos meta en situaciones en las que un verdadero artista marcial no entraría por voluntad propia.
Llegados a este punto podemos preguntarnos: ¿entonces para qué sirven los modelos técnicos combinados que practicamos? Con esta pregunta volvemos a la senda de la cordura y comenzamos a reconducir los términos de utilidad de cada trabajo, así como su verdadera finalidad en nuestro cuadro de objetivos personales dentro de la práctica.
TIP 5: Ningún tipo entrenamiento garantiza una efectividad completa ante situaciones infinitas. Aceptar este tipo de afirmaciones es una irresponsabilidad que resta energía al entrenamiento. El entrenado debe insistir constantemente en exponerse a las propuestas del entrenamiento con un objetivo de desarrollo transversal y no siempre directo.
La complicidad del oponente/compañero es necesaria durante el estudio para conseguir una progresión en la continuidad mecánica de determinados tipos de fuerza, de determinadas intenciones. Nos permite adentrarnos en la realidad estructural de técnicas y a hacer micro-adaptaciones constantes para que el conjunto sea ejecutado con coherencia dinámica y podamos repetirlo con insistencia.
Entrenar con compañeros diferentes, a distancias diferentes, con velocidades, oposiciones, planos, fuerzas y áreas de movimiento distintas, nos permite exponer a nuestros sentidos a entornos mutables a los que debemos adaptarnos una y otra vez; todo esto, sin duda, enriquecerá de matices nuestra experiencia técnica, pero sobre todo nuestra experiencia sobre factores imprevisibles.
TIP 6: La intensidad del entrenamiento debe crecer de forma simétrica al dominio de los patrones entrenados para aproximarse a las características dinámicas reales.
Pensar que el objetivo es realizar la ejecución técnica como si se tratase de una exhibición es entrar en modelos de mecanización que nada tienen que ver con la realidad. La simple exposición consciente a este tipo de acciones, su repetición insistente y la progresión desde diferentes variables factoriales nos ayudará a realizar un tipo de evolución que va mucho más hacia el interior de lo que podemos ver a simple vista.
Podemos mecanizar acciones directas y evidentes; acciones que consistan en golpear, agarrar, empujar, inmovilizar, saltar, etc. Todas ellas nos ayudan a registrar experiencias motrices muy diversas, experiencias que hacen que nuestro sistema nervioso identifique las fuerzas a las que se enfrenta nuestro equilibrio y nuestra coordinación. Fuerzas gravitacionales, fuerzas de empuje, de tracción, de hundimiento, de levantamiento, de rotación, etc. Este registro no es consciente, ocurre y nos vamos adaptando progresivamente a él durante las horas y horas de entrenamiento.
TIP 7: El entrenamiento tiene que tener componentes de acondicionamiento físico específicos para garantizar este incremento de la intensidad, sin riesgo de lesión para los practicantes. También para que las acciones realizadas en contextos reales, dentro del marco de la técnica, no produzcan lesiones incapacitantes propias durante la lucha.
En defensa personal insistimos en evaluar las situaciones de combate con riesgo para nuestra integridad física, o para la vida misma, como entornos VUCA (acrónimo utilizado en defensa y traducido como volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad). Esto nos deja una serie de opciones muy claras a la hora de hacer un entrenamiento efectivo y real que nos permita desarrollar habilidades combativas efectivas en el ámbito del arte y de la defensa personal.
Si entendemos que la cantidad de factores que pueden cambiar en cada situación es tan alta, tenemos que basar una parte importante de nuestro entrenamiento en ser capaces de adaptarnos lo antes posible a las transformaciones operantes (Hua Jing – potencia de transformación), para conseguir con ello que nuestro modelo inconsciente identifique, module y adapte sus respuestas a las variables conocidas, pero transformadas, que va recogiendo.
TIP 8: Las cualidades y habilidades motrices deben progresar en el tiempo para que las realidades técnicas puedan ser verdaderamente ejecutadas. El entrenamiento no tiene un final en el tiempo. Tenemos que seguir exponiéndonos todo el tiempo posible, respetando los tiempos naturales de descanso, para garantizar la actualización permanente de los estímulos combativos que pretendemos interiorizar y perfeccionar. Entrenar un mínimo de tres veces a la semana nos ayuda a lograr estos objetivos.
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