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REFLEXIONES A RAS DE SUELO II



Continuamos la entrevista sobre la lucha en suelo en el ámbito de las artes marciales chinas. En esta ocasión, nos gustaría profundizar en el modelo de entrenamiento y en la forma en la que se puede/debe integrar en el grueso de la práctica del Wushu.


Efectivamente, es fundamental entender correctamente el sentido de practicar el combate en el suelo si queremos disponer de un modelo universal de lucha, uno de los objetivos nucleares de cualquier estilo de Gong Fu (功夫).


Como explicamos en nuestra anterior entrevista, el suelo tiene sus reglas y es preciso que muchos de los conceptos que utilizamos al pelear de pie sean traducidos y adaptados a este nuevo escenario. También es muy importante que tengamos claro qué debemos excluir del entrenamiento, por su falta de utilidad, y qué nuevos aspectos hay que tocar que no se suelen utilizar habitualmente en ninguno de los dos contextos que estamos contrastando.


Las circunstancias cambian y es preciso que analicemos dónde están potencialmente esos cambios. En el caso del combate, la fuerza como factor fundamental de la acción queda definida en muchos estilos de Gong Fu por una línea de progresión que va desde las piernas hacia las manos o viceversa.


En el caso del suelo, este es el primer factor que debemos revisar cuidadosamente: cuál es el punto de salida general y específico de la fuerza que vamos a utilizar en la mayoría de las acciones combativas en el plano horizontal.


Bueno, creo que se trata de un punto complicado de traducir ya que la carga de peso corporal no va ya directamente a las piernas.



Efectivamente, pero las piernas siguen jugando un papel fundamental, tanto en la movilidad como en la estabilidad y salida de algunas líneas de fuerza concretas. Sobre todo, las piernas van a seguir siendo un elemento ofensivo de primer orden cuando estemos en el piso; patear desde el suelo, tal y como dijimos en nuestro encuentro anterior, sigue siendo una opción muy válida como recurso luchatorio.


Sin embargo, debemos ir más allá de la mera descripción de la línea de transmisión de la fuerza de los pies a las manos. En el Gong Fu, esta línea está condicionada por las acciones de los diferentes arcos corporales que cubren todo este trayecto. Me refiero al arco de piernas que conecta ambas extremidades inferiores para confluir en la estructura pélvica y de la cintura.



Después, al arco que constituye el tronco entre sus dos puntos de acceso a las extremidades, es decir, la cintura abdominal y la cintura escapular. Este arco está definido por la columna como eje, pero también por toda la estructura muscular del tronco que será una de las claves cuando estemos hablando sobre el suelo.


El arco de conexión entre los dos brazos también es un elemento que sumar a un conjunto que muestra todo su poder cuando podemos articular correctamente las conexiones entre todos estos arcos y sumar sus fuerzas y potenciales en cada acción técnica concreta.

patear desde el suelo sigue siendo una opción muy válida como recurso luchatorio

Todo esto, debe reinterpretarse en el suelo partiendo, no solo de la línea de salida de la fuerza, también desde la propia constitución de un nuevo conjunto de arcos en los que los puntos de apoyo ya no son exclusivamente los dos pies. Ahora aparecen otros puntos que magnifican potencialmente todos los recursos de generación de fuerzas que podemos aplicar.


Creo que esto último parece un poco complejo de interpretar. ¿Se refiere a que hay formas de plantear un modelo de Ma Bu desde el suelo? No sé si lo he entendido bien.


No, no se trata de eso, aunque guarda relación con ello. Si observamos detenidamente la construcción del arco inferior de las piernas, por ejemplo, en la posición de Ma Bu, veremos que el ejercicio busca una conexión simétrica entre las dos piernas y aumentar los vínculos de sujeción de una y otra extremidad para ganar una mayor fuerza de sostén.


Esta fuerza se dinamizará posteriormente con las leves variaciones dentro de la misma posición, con cambios potenciales a otras posiciones no simétricas, al subir o bajar la posición, con la recepción de fuerza externa o al desplazarnos.


Cuando hablamos de arcos en el ámbito del suelo no debemos pensar ya solo en las dos piernas como punto de partida. Debemos asumir las diferentes zonas anatómicas de contacto que nos posicionan en el suelo, tanto si estamos bajo nuestro oponente como si estamos sobre él. Uno de los aspectos clave de la movilidad en el suelo busca precisamente establecer esta posición estable desde la que actuar y cualquier modelo de entrenamiento que pretendamos desarrollar debe tener esto muy en cuenta.




Si lo he entendido bien, se trata de trascender la idea principal de definir los puntos de contacto con el suelo para poner el foco en los 5 cambios potenciales a partir de ahí:

  1. Variación de la posición

  2. Transformación de la posición a otra

  3. Gestión de aproximación o alejamiento del suelo

  4. Recepción de fuerza externa

  5. Desplazamientos

En ese caso, ¿el entrenamiento iría dirigido fundamentalmente a encontrar modelos que nos permitan mejorar estos aspectos?


Sí. Recordemos que la palabra Gong Fu no puede ser interpretada como un tipo específico de modelo técnico. Se trata del desarrollo de las habilidades, en este caso para la lucha. Para poder abordar cualquier proceso de desarrollo de habilidades necesitamos tener muy claros los objetivos del entrenamiento partiendo de la estructura, de su dinamismo potencial, del contexto de influencia al que vamos a exponerla y de las necesidades técnicas que este tipo de situaciones nos exigen.


Es más que evidente que necesitamos máxima fuerza en todas sus modalidades y que necesitamos igualmente un Rom operativo con potencial de fuerza. No nos sirve una flexibilidad pasiva que poco o nada tiene que ver con la realidad explosiva y dinámica del combate. Todos estos elementos se van fraguando en el modelo de entrenamiento que queramos aplicar.


Desde esta perspectiva, ¿Qué tipo de arcos deberíamos trabajar en el suelo para ir ganando los 5 factores que mencionaba anteriormente?


Debemos empezar por definir una posición y desde ella aplicar una primera batería de ejercicios en base al arco que dicha posición nos permite establecer. Veamos el primero y fundamental: la posición de decúbito supino.



La idea de que este sea el primer plano de posición que vamos a trabajar no implica ningún tipo de jerarquía o prevalencia sobre otras posiciones. Es simplemente un punto inicial de estudio que debe complementarse con todos los restantes supuestos de acción que nos permitan perfilar correctamente los arcos de fuerza que buscamos.


El primer aspecto que tendremos que definir son las acciones de arco que buscamos y las diferentes zonas anatómicas de contacto con el suelo que nos permiten construir dicho arco. A simple vista, tal y como podemos ver en la imagen de referencia, la posición decúbito supino ya marca los puntos de contacto naturales con el suelo. No podemos ver la espalda como una tabla ni las piernas como dos pilares rígidos sin flexión. Todo el músculo esquelético implicado en esta posición debe ser tenido en cuenta desde su posibilidad de apoyo contra el suelo y desde su rango natural de movimiento.


¿Y si tenemos a alguien encima?


Este es un aspecto que tendremos que estudiar y entrenar posteriormente y en detalle. Al comienzo, como en cualquier modelo de entrenamiento, debemos construir la estructura y darle la fuerza natural de sostén que esta necesita; antes de dinamizarla y de meterle cualquier tipo de carga adicional externa que tenga un cierto grado de movimiento o imprevisibilidad.


De acuerdo. ¿Podría entrar con un poco más de detalle en la configuración del entrenamiento de este arco?


Como decía antes. Lo primero es definir los puntos de contacto con el suelo e, inmediatamente después, empezar con la construcción de arcos anatómicamente simétricos. Debemos definir en primer lugar los más sencillos y asequibles para pasar después a los más complejos y difíciles.


En el caso de esta posición de partida, los dos primeros arcos de fuerza serán los constituidos por:

  • Los pies y las caderas



  • Las manos y las caderas



El primero de ellos, el de los pies y las caderas, será uno de los más importantes a la hora de ganar la movilidad que el suelo puede demandarnos cuando tenemos a un oponente encima. Este arco de fuerza cambia según tengamos las piernas más o menos separadas cuando lo estamos realizando. Un entrenamiento óptimo inicial sería un modelo de repetición del ejercicio continuo, es decir elevar las caderas un determinado número de repeticiones (P.e. 12 rep.) un determinado número de series (P. e. 4 ser.) revisando la velocidad de ejecución, el grado de tensión muscular durante el ejercicio y los descansos oportunos entre series.



La progresión iría en cambios estructurales sobre la apertura o cierre de las piernas y la inclusión de cargas sobre esta apertura, tanto de cierre (con un aro o balón entre las piernas o, en términos más funcionales, con un compañero intentando separarlas mientras hacemos la elevación y la bajada), como de apertura (con cinta elástica entre ambas rodillas o pies o, como decíamos antes, con la ayuda de un compañero en una posición que le permita intentar unir nuestras piernas mientras elevamos o bajamos la posición).


Esto sería sólo un ejemplo de planteamiento para mejorar este arco. La progresión en este primer modelo podría continuar incluyendo un mantenimiento isométrico con tensión en el arco ya definido o, la inclusión de cargas progresivas de peso en la parte de la cadera, algo que solicitará bastante la musculatura de nuestros glúteos.


La continuidad en esta secuencia irá obligatoriamente destinada al desarrollo de la fuerza cruzada. No podemos ver el arco anatómico que estamos desarrollando como un mero arco bidimensional. Es más interesante interpretar este arco de fuerza como una bóveda de crucería para entender la línea de progresión cruzada y lo interesante de ir eliminando puntos de apoyo del arco para aumentar la fuerza de tensión de los restantes elementos que la constituyen.


Realmente parece un trabajo de arquitectura más que de biodinámica.


Inicialmente sí. Estamos configurando una estructura y, en términos generales, todo responde a las mismas leyes de la física.


Es interesante esta referencia de trabajo para mejorar este arco, pero sin entrar ahora en tanto detalle, nos gustaría conocer qué otros arcos podemos o debemos trabajar para lograr estas fuerzas operativas para la lucha en suelo.


Deberíamos avanzar siguiendo de algún modo la propia lógica anatómica. La posición decúbito supino es un punto de partida al que tendremos que sumar los diferentes arcos que se generan en esta misma posición, por ejemplo, el que se constituye entre la cabeza y los pies, el que se crea entre los pies y los codos o, el más ambicioso, el que se crea entre las manos y los pies.



Todos estos trabajos definen una serie de arcos sobre una posición. Luego tendremos que abordar un análisis similar en la posición decúbito prono y en las posiciones lateralizadas para configurar los ejercicios generales de base y las posteriores adaptaciones funcionales al contexto combativo.


Pues creo que hemos avanzado un poco al definir algunos de los ejes de trabajo para el desarrollo de la fuerza en el suelo. En la próxima entrevista nos gustaría entrar un poco más en los aspectos funcionales de este tipo de entrenamientos, es decir, en cómo podemos integrarlos en la sesión de entrenamiento y vincularlo a los aspectos técnicos que definen el combate en el plano horizontal.


Estupendo, veremos algunos detalles que pueden ser muy interesantes para interpretar estas zonas de combate específicas.

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