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Procedimientos para el cultivo del DAO




Hay muchas formas de afrontar el trabajo interior. Desde un simple acto de pasear entre árboles hasta sentarse en la orilla de un río a ver discurrir el agua. Cualquier procedimiento externo, por muy diferente que parezca, puede ofrecernos resultados similares en términos de plenitud cuando lo interno se articula correctamente.


Esta afirmación parece desdecir la relevancia de unos métodos sobre otros a la hora de ayudar a la persona en su maduración integral. Lo cual no es cierto en absoluto en tanto que, sin una predisposición interna, todo lo que hagamos externamente carecerá de utilidad en el desarrollo interior que pretendemos.


En tiempos como los actuales, muchos métodos pugnan por acaparar popularidad dentro de un marco y un trasfondo claramente comercial o circunstancial competitivo; ambos aspectos desdicen a priori la propia naturaleza de estos caminos o modelos de acción interior.


Podemos ver con claridad que el alma de estos procesos, denominados «internos», apunta hacia aspectos que no se pueden percibir a simple vista. Todo está en lo que ocurre interiormente mientras realizamos estas actividades. En nuestra práctica denominamos a estos procesos Xiu Dao 修道, que podemos traducir como «cultivar el tao».



Para entender con claridad en qué consiste este cultivo debemos descifrar y entender la propia estructura del proceso y fijar el conocimiento de fondo que sustenta los fundamentos de dicha estructura.


El cultivo del Dao comienza por el trabajo sobre la mente. Podemos trabajar sobre la mente desde la quietud física o desde el movimiento físico. Aunque hablaremos de esto en otras entradas, es preciso que partamos de algunos aspectos fundamentales de la mente para poder fijar un proceso que va a tratar intensamente con ella de múltiples formas.


Hay dos aspectos de la mente que podemos entender fácilmente. El primero es la naturaleza dinámica de lo que llamamos pensamiento. Nuestra mente, nuestro proceso racional, nuestra verbalización interna de las emociones, sentimientos, deseos y expectativas se produce en un marco narrativo dinámico continuo.


Se establece desde una idea primordial de «un algo» que somos en virtud de un pasado y un presente continuo. Ese algo, que solemos llamar «ego», es nuestra autodefinición para enfrentarnos a la vida. Para ofrecer algo identificable frente al resto. Podemos decir que el ego es el apellido del alma que nos diferencia de otros que se llaman, en términos humanos, igual que nosotros.

El cultivo del Dao comienza por el trabajo sobre la mente

Este ego marca una diferencia y condiciona todo el proceso racional narrativo desde su perspectiva y posición de actor principal de todo lo que acontece. Se establece desde ese momento un continuo de interacción que desemboca en una especie de «locura armónica compartida» regida por leyes, religiones, valores y sucesos.


Podemos afirmar entonces, que la naturaleza narrativa dinámica de la mente y su interpretación interactiva (ego) constituyen las dos grandes mentiras a las que la naturaleza vibratoria primordial se enfrenta para poder autopercibirse.


Los pilares del trabajo sobre la mente en el Xiu Dao se enmarcan en modelos que tratan de centrar la atención sobre elementos no narrativos, elementos que den poco juego a la conjetura o a la participación creativa de esa parte de nuestra capacidad cognitiva que puede y debe ser orientada hacia lo interno.


Fijar la mente en un objeto físico, en una sensación o en la respiración, es un buen comienzo para rebajar la energía que le otorgamos a los elementos dinámicos e inerciales con los que nos encontramos en cada momento. Son una forma saludable de empezar a silenciar estos procesos involuntarios que son víctimas de esa de la locura articulada entre el lenguaje, las emociones, el recuerdo y la creatividad.



Las emociones son nuestra forma de comunicación más arcaica, la que nos surge sin un vínculo directo a intenciones o claridades racionales que nos permitan encontrar su principio. Todo lo que acontece a nuestro alrededor es susceptible de activar o desactivar una u otra emoción. Por este motivo, es tan importante un cierto nivel de aislamiento en la práctica con el fin de evitar todas las posibles activaciones emocionales externas.

Los pilares del trabajo sobre la mente en el Xiu Dao se enmarcan en modelos que tratan de centrar la atención sobre elementos no narrativos

Logrado esto, nos encontramos con el siguiente obstáculo que es entender la dirección en la que debemos guiar todo este proceso. Ese es el momento de iniciar un proceso de reconversión de las potencialidades de la mente hacia una vibración ordenada diferente. Es el momento de establecer un sentimiento profundo lleno de bondad, amor, generosidad y felicidad real.


Aunque dicho así parece algo muy articulado y fácil, pocas cosas son más difíciles de entender hasta que no hemos tocado un pequeño fragmento de esto que denomino «sentimiento de plenitud y sentido».


No podemos olvidar que cualquier voluntad de darle sentido a algo sigue siendo un embajador de la pujante narrativa que quiere volver a ocupar los territorios de la conciencia mientras nos ejercitamos. Debemos olvidar el sentido, debemos olvidarlo todo para recordarnos a nosotros mismos con la plena consciencia de que estamos siendo, de que existimos sin explicaciones, de que estamos ahí y en ese momento percibiéndolo todo.


Generar este sentimiento de bondad amorosa es factible si somos capaces de ver nuestra existencia como el resultado de esa armonía, de ese estado sin conflicto anterior a la dualidad de lo existente.

debemos olvidarlo todo para recordarnos a nosotros mismos con la plena consciencia de que estamos siendo

Debemos recordar ese sentimiento, ese momento que nos entrega una sensación cálida de amor, de generosidad, de ternura hacia cualquier semejante o momento. Y debemos quedarnos ligados a él. El esfuerzo por no apartarnos de ese sentimiento profundo es, en sí mismo, un gran esfuerzo meditativo.



Agarrados a ese clavo ardiendo de lo efímero, que se fuga de nuestra percepción o lo intenta continuamente, hacemos el esfuerzo de permanecer en su influencia, de desdecir cualquier crítica contradictoria que nos saque de allí.


Estamos inmersos en ese momento en una placenta que representa espiritualmente nuestros momentos previos al despertar a una nueva vida. Sin falsedades, sin espejismos, sin mentiras ni creaciones externas, nos abandonamos a un sentimiento que fijamos mientras respiramos, mientras permanecemos en silencio, mientras recitamos sonidos sin significado o mientras nos movemos al ritmo de nuestra respiración y nuestras sensaciones de llenos y vacíos alternativos.


Ese intento de fijarnos ahí sin acción externa, sin dejar que se entrometa todo lo que nos convierte en egos interactivos externos, es lo que denominamos Wu Wei 无为 (no intervención sobre el proceso natural) y es la fórmula para alcanzar el estado de armonía con el tao que denominamos Ziran 自然.



Este estado de armonía se nutre de conectar de forma absoluta con un estado de vacío, unidad y potencial infinito, anterior a la existencia de cualquier distinción o dualidad. A este estado de unidad lo definimos como Wuji 无极 y es el punto natural de partida y llegada de todo el proceso en un ciclo infinito de flujo.


Entender todas estas exigencias forma parte del aspecto cognitivo y racional de la práctica del Xiu Dao en el ámbito de la mente. Debemos entender lo que hacemos en el mundo perceptivo de nuestra narrativa para ir adecuándola progresivamente a esta naturaleza real, sincera y evolutiva de lo que somos, de lo que es nuestro espíritu fundamental y nuestra existencia plena en estado puro.


Para avanzar en estos procesos, para mejorar nuestra práctica interna, es necesario no olvidar el fundamento que hay tras este modelo ancestral, su estructura, su orden y su orientación.


Se trata de un modelo basado en la inspiración pura de personas que han encontrado estas luces en la oscuridad, que han sacrificado su presente para ofrecer desde el amor incondicional una luz hacia un futuro que nos conecta irremediablemente con nuestro principio. En este punto que nos proponen, asumiendo el esfuerzo, sacrificio y renuncias que todo esto conlleva, conseguimos encontrar el centro que no requiere motivos ni explicaciones, nos conectamos al mismo Dao y somos partícipes y testigos de su propia autopercepción dentro de nosotros mismos.



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