¿Por qué practicar defensa personal femenina?
«La mejor protección que cualquier mujer puede tener es el coraje»
Elizabeth Cady Stanton
La biblia de la mujer
Si hay algo que caracteriza muchos de los escenarios y situaciones de abuso sobre la mujer es la participación pasiva de ésta en sus propias agresiones. Muchos de los hechos que estudiamos en nuestro laboratorio de defensa personal tienen esta característica: la mujer se deja agredir poniendo poca o ninguna resistencia.
Esto no constata ninguna debilidad natural achacable al hecho de ser mujer, es el resultado de aceptar una imposibilidad de hacer frente a este tipo de situaciones, o a un absoluto bloqueo por el estrés asociado a ellas.
El primer paso que debemos dar para cambiar el panorama es asumir que hay situaciones que pueden significar un antes y un después en nuestras vidas. Situaciones que pueden comprometer nuestra salud, nuestra seguridad o la de nuestros hijos o hijas. Debemos conocerlas y afrontar su realidad. A partir de ahí, debemos también asumir que tenemos posibilidades de salir de ellas o de minimizar el riesgo/daño si tenemos a nuestras espaldas un buen entrenamiento.
Es cierto que hay aspectos de la balanza difíciles de equilibrar, pero la pasividad no debería ser una respuesta ante alguien que pretende dañarnos. Aquí tenemos que optar por un cambio radical de actitud y tener una preparación óptima para poder defendernos de un alto número de situaciones de agresión directa o indirecta.
En muchos sistemas se sobrevaloran las posibilidades de supervivencia o de superación de estas situaciones. Nuestro método es absolutamente realista. En las primeras fases del programa trabajamos en el desarrollo de una base en seguridad personal, con aplicación inteligente de recursos y con hábitos de observación y orientación adecuados a las líneas de tiempo de estos escenarios.
En una segunda fase, asumimos los riesgos naturales de cualquier confrontación asimétrica y definimos modelos estratégicos y tácticos que nos permitan elaborar soluciones factibles y realistas ante cada situación determinada; estudiamos las bases, fundamentos y aplicación de las técnicas oportunas.
No existen técnicas mágicas que no requieran habilidad, fuerza, velocidad, anticipación, valentía, determinación y todo el largo etcétera que intentamos desarrollar en estas sesiones formativas. Para aumentar nuestro potencial de autodefensa, sobre todo frente a enemigos de mayor tamaño o condiciones combativas, debemos tener al 100% todo nuestro arsenal natural de cualidades y habilidades. Con ellas podremos aplicar tácticas efectivas, que no entren en el habitual intercambio combativo o en la confrontación directa con oponentes más grandes o fuertes que nosotras.
El manejo de armas domésticas, el posicionamiento, la cobertura para minimizar el daño, el acondicionamiento para que un golpe no nos deje a merced de nuestro agresor son, entre otros elementos, factores que se pueden entrenar con diligencia y con un alto grado de eficacia.
Ser pasivo frente a la agresión no está justificado en casi ningún escenario, aunque hay algunos que requieren más trabajo psicológico, más astucia o más cesión que otros. No existen dos situaciones iguales y, en mitad de la situación, nuestras opciones se pueden reducir de forma muy significativa. Por este motivo, practicar defensa personal no es una garantía de victoria, pero sí es una garantía de ampliar las probabilidades de salir indemnes de la situación, de proteger a nuestros seres queridos o de evitar un desenlace fatal.
El empoderamiento de la mujer es una cuestión fundamental frente al estigma de la debilidad que muchas asumen desde sus primeros años. En nuestra filosofía, el yang no es más fuerte que el yin, es diferente. Cada uno de los aspectos complementarios de esta simbología es igual de potente en el marco de sus potencialidades naturales.
Todo nuestro sistema se basa en esta filosofía, en evitar la oposición directa de fuerzas, aprovechar los recursos naturales e inmediatos de la situación, mantener una visión inteligente y observadora, fomentar las cualidades y habilidades naturales que no dependen de la fuerza máxima. La velocidad, la anticipación, la precisión, la agilidad o el equilibrio, entre muchas otras características, pueden ser desarrolladas en cualquier persona sana con un alto nivel de operatividad, independientemente de su sexo.
Nuestro programa es escalar, se fundamenta en bases sólidas combativas y desarrolla modelos aplicables a escenarios absolutamente realistas. El combate (sparring) nos aproxima y naturaliza nuestra actitud combativa de supervivencia. No se trata de ser más fuertes que el otro, tan solo tenemos que ser más oportunas, mejor preparadas, con nuestras armas afiladas al máximo y con la determinación de sobrevivir a cualquier intento de llevarnos en la dirección contraria.
Practicar defensa personal no solo es una opción, es una necesidad que deberíamos aplicar a una sociedad que no termina de limpiar el estigma de la violencia en todas sus variantes. En el caso de la violencia de género, aunque es una responsabilidad del conjunto de la sociedad debemos asumir responsabilidades inmediatas sobre nuestra seguridad. Es muy probable que la policía no esté a nuestro lado en el momento del delito, para ese momento solitario sólo queda un recurso que utilizar, nuestro entrenamiento, un entrenamiento que no puede ni debe posponerse.
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