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ORGANIZACIÓN PERSONAL DEL ENTRENAMIENTO



En la presente entrada intentaremos orientar un modelo estructural de referencia para la organización personal del entrenamiento a lo largo del curso. Sin ser una estructura fija de organización, pretendemos establecer una filosofía de base que nos ayude a plantear con claridad las necesidades que nos demanda la práctica marcial y nos sirva para entender cómo podemos satisfacer estas demandas con eficacia, evitando en lo posible las interferencias e integrando el conjunto de estos objetivos con las otras facetas de la vida.



INTRODUCCIÓN

Si el año pasado ofrecimos algunos consejos para el enfoque saludable de este periodo desde la visión del Wudao o de la MTC (leer entrada), este año queremos aprovechar lo idóneo de esta época estival para tocar un aspecto de la práctica siempre necesario: la organización del entrenamiento.


Una de las actividades a las que me dedico con más intensidad durante este periodo es a organizar toda mi planificación docente anual; también trabajo sobre la organización de mis propios objetivos de aprendizaje y de entrenamiento; siempre atendiendo a las circunstancias que preveo y a las sinergias que puedo aprovechar para ello en el marco de mi trabajo en la escuela.


La tranquilidad que me aportan estos días sin clases, con tiempo libre para pensar, leer o meditar, me ofrecen un escenario óptimo para poder abordar este trabajo con cierta claridad y eficacia.


Organizar nuestro entrenamiento es un proceso de varios pasos que permite definir y optimizar los recursos que tenemos para entrenar y aclarar el qué, cuánto, cómo y cuándo abordar cada una de las partes de nuestro entrenamiento a lo largo del próximo año.


ORGANIZACIÓN

Según David Allen, uno de los mayores expertos en organización, planificación y gestión del trabajo, las claves fundamentales de la organización se desarrollan en tres pasos:

  • Identificar las partes importantes

  • Ordenar por elementos, secuencias o prioridades (pueden incluirse uno o más de estos tres criterios)

  • Detallar en la medida necesaria

El proceso de organización tiene también sus exigencias. Es preciso tener claro el contexto que esperamos en el periodo que pretendemos organizar. También, es necesario vislumbrar las posibilidades que este escenario nos ofrece para, sin descartar nuestros objetivos personales en la vida, poder establecer una matriz inteligente en la que enmarcar nuestras pretensiones y objetivos (tanto generales como específicos) de cara a la práctica.


Siendo realistas, no tiene mucho sentido que comencemos a organizar nuestro entrenamiento sin establecer antes las condiciones en las que podremos abordar dicha programación con cierto grado de competencia.


MARCO GENERAL. LAS CUATRO ÁREAS PRINCIPALES

En mi caso, comienzo elaborando un mapa mental general. Un esquema radiante en cuyo centro incluyo el texto CURSO 2022.


Este primer mapa general o matriz consta de 4 áreas que considero imprescindibles:

  1. Lo personal (salud/ética/disciplina) – SALUD

  2. Lo social (familia/amigos/relacionados) – FAMILIA

  3. Los medios (actividad/formación/proyectos) - TRABAJO

  4. Los recursos (necesidades/inversiones/riesgos) – ECONOMÍA

Para ir rellenando cada apartado mantengo activas en mi mente las cuestiones que cité anteriormente:

  • ¿Qué contexto espero para cada caso? - Expectativas

  • ¿Qué posibilidades me ofrece la realidad? - Contexto

  • ¿Cuáles serán mis objetivos personales en cada área? - Objetivos

DE LO GENERAL A LO ESPECÍFICO. RELACIONES SINÉRGICAS

La práctica marcial toca estos 4 apartados de una forma u otra. Por este motivo, siempre la incluyo como un factor sinérgico de referencia que debo integrar al máximo en la planificación del conjunto.


Lo marcial implica salud física y mental, guarda relación directa con la mejora o mantenimiento de las cualidades físicas y de nuestros potenciales operativos; es sinónimo de mejora en la seguridad; nos ofrece un entorno social de entrenamiento que puede implicar mejoras indirectas en nuestra capacidad de comunicación, empatía o comprensión.


A su vez, mejorar en la salud nos puede evitar consumo de recursos en el ámbito médico, recursos que podemos derivar a una alimentación mejor o a proyectos que ayuden a mejorar las condiciones individuales o del grupo humano del que formamos parte.


Desde la práctica, aprendemos a entender lo humano, sus conflictos, nuestra naturaleza profunda y emocional. Descubrimos el verdadero valor espiritual de la vida y con ello ganamos en felicidad para nosotros y para las personas que se relacionan con nosotros. Todo lo que hacemos en el ámbito marcial tiene repercusión directa o indirecta con estas cuatro áreas.


PRIMER PASO: LO MARCIAL IMPORTA

Pese a todo este valor, debemos asumir una realidad difícilmente cuestionable: en la mayoría de las personas, la práctica ocupa un espacio/tiempo residual con respecto al resto de actividades, tareas, obligaciones y proyectos que abordan a lo largo de todo un curso escolar.


En muchos casos, esto puede deberse a un error de interpretación de su sentido real, a que los objetivos están mal planteados desde la base o, en la mayoría de los casos, a la habitual confusión entre deporte y arte como si ambas cosas fuesen sinónimas.


Es preciso subsanar este error de base si pretendemos encajar nuestro entrenamiento con coherencia, productividad y sinergia entre el resto de los factores que van a afectar de una forma u otra a nuestra vida.


Por estos motivos, un primer paso en nuestro proyecto de organización debería ser darle a la práctica el valor que se merece, entender cuál es su naturaleza y a qué finalidades responde, para poderla así incluir como un factor coadyuvante de nuestros objetivos en los restantes apartados de nuestra vida.


COMPONENTES FUNDAMENTALES DE LA PRÁCTICA MARCIAL

Podemos estratificar la práctica marcial y sus objetivos en 4 grandes apartados:

  • Estructura física y mental personal – Disponer de un cuerpo y una mente operativa con la que desarrollar el aprendizaje y la transformación personal. (En un entrenamiento complementario)

  • Entorno técnico, táctico y estratégico – Conocer la estructura del método, los procedimientos de entrenamiento y los objetivos de la práctica según su naturaleza. Estudiar la técnica e interiorizarla en nuestros patrones inteligentes de reacción, desarrollando un modelo personal de acción que integre todos estos elementos para hacer frente a cualquier situación que pudiese desestabilizarnos física, mental o espiritualmente. (En la escuela)

  • Estructura ética y valores – Ahondar en los preceptos morales y éticos del arte para la mejora propia y de la sociedad en su conjunto a través de la práctica. (En el día a día)

  • Historia y cultura propia del arte - Conocer el trasfondo histórico de lo que hacemos y sus raíces para comprender el sentido de la práctica, el eje común de las ramas del arte y consolidar sus principios fundamentales. (En el tiempo libre)

Para organizar correctamente el entrenamiento debemos tener claro: qué favorece cada apartado, qué dificulta su desarrollo, qué lo amenaza y qué grado de dependencia externa tenemos para avanzar en cada caso.


Las respuestas para cada apartado son muy simples y podemos, sin mucho problema, establecer los procedimientos óptimos para lograrlo. Después, sólo tendremos que organizar estos procedimientos y sus modulaciones progresivas.


En el bloque de la estructura física y mental, necesitamos establecer dos vías de trabajo:


A: El trabajo físico enfocado a la mejora de las cualidades físicas básicas (CFB) y las habilidades motrices fundamentales, es decir, un programa de entrenamiento físico con propuestas adaptadas a las necesidades de la práctica marcial.


B: El trabajo mental, desde un sistema de meditación que nos permita desarrollar las cualidades cognitivas y emocionales que requiere la expresión efectiva del arte (Meditación operativa)


Para mejorar el entorno técnico, táctico y estratégico es fundamental disponer de una guía estructurada de contenidos para cada apartado sobre la que poder trabajar habitualmente, tanto en solitario como en el contexto compartido en la escuela. Es necesario saber en qué punto del programa nos encontramos, cuál es nuestro nivel y trabajar sobre aquello que nos corresponde en cada etapa; buscaremos mejorar nuestro nivel de habilidad y realizar una progresión realista para su posible contexto de uso.


Para mejorar nuestra estructura ética de valores debemos definirlos en primer lugar; contrastarlos con nuestra forma de actuar, con quiénes somos realmente y, desde nuestro ejemplo diario, esforzarnos por actuar con coherencia sin sucumbir a todo aquello que contradice estos valores. Debemos fortalecernos en su ejercicio diario pese a los valores de baja categoría que definen actualmente nuestra sociedad.


Para mejorar nuestro conocimiento en términos históricos y culturales, el arte nos propone muchas vías: la lectura, la observación o la escritura. Leer, compartir las lecturas y nuestras conclusiones, desarrollar nuestras propias ideas a través de un diario de entrenamiento en el que se incluya todo aquello que deducimos de lo que estamos aprendiendo desde los libros, vídeos, podcasts, etc. Si hay algo que no nos falta en esta sociedad actual es información a raudales.


PROCEDIMIENTOS PARA EL DESARROLLO

Vemos que cada área demanda acciones diferentes y esa será nuestra referencia fundamental en la organización.


Grosso modo, sabemos que tenemos que establecer un modelo de entrenamiento físico, un modelo de entrenamiento mental, un modelo de entrenamiento técnico, desarrollar nuestros valores éticos y morales y profundizar en el conocimiento del arte o sistema que estudiamos. En el apartado anterior indicábamos en qué parte de la estructura podemos enmarcar cada uno de estos apartados (entrenamiento complementario, en la escuela, en el día a día o en el tiempo libre)


No deberíamos esperar un gran avance en todos estos aspectos si sólo dedicamos tres horas a la semana a todo el conjunto. Es literalmente imposible avanzar de forma óptima en todos los campos con tan solo un par de sesiones de entrenamiento semanales de un par de horas.


Cuando hablamos de Wudao necesitamos entender esto con gran sinceridad. Podemos conseguir importantes logros con un entrenamiento diligente y continuo en el Wushuguan semana tras semana, pero deberíamos regular nuestras expectativas de progreso en cada área en base a la cantidad de esfuerzo que podemos aplicar a nuestra práctica; cualquier desarrollo real del conjunto va a requerir siempre cierto grado de abordaje de trabajos complementarios.


En el marco de una sesión de entrenamiento se trabajan las cualidades físicas (CF) y las habilidades motrices en una fase de la sesión destinada a la preparación y acondicionamiento para esa sesión. Es imposible, como ya hemos visto en otras entradas, establecer un modelo óptimo de mejora específica en el entrenamiento físico funcional si no podemos garantizar un control efectivo y progresivo de las cargas que generarán las adaptaciones que buscamos. Necesitamos un entrenamiento de las CF complementario, siempre guiados por un experto o haciéndonos expertos en ello.


Pensar que entrenando en la sala podemos conseguir todo lo que esperamos es otro error de base que debemos corregir. La programación inicial debe tener una dimensión lo suficientemente grande como para poder integrar todos los elementos que estamos tratando de desarrollar.


MONTANDO EL PUZLE

Dado que ya tenemos las partes, sus áreas de relación, las necesidades de cada una de ellas y apuntalados los errores de base más comunes, tenemos que comenzar a unir las piezas del puzle de nuestra organización.


Organización, planificación y programación no son lo mismo. No es lo mismo organizar los procedimientos que queremos llevar a cabo que planificar la forma en la que vamos a hacerlo y a programar dicha planificación.


En el caso de las sesiones en sala no tenemos realmente que hacer mucho, solo fijar los días y el horario en el que asistimos a la escuela. Cuanto más fieles seamos a nuestro compromiso con la práctica en la sala más seguridad ganaremos hacia nosotros mismos; nuestra autoconfianza depende de que seamos capaces de cumplir aquello que nos proponemos; el compromiso es la base de todo este proceso.


Respecto a nuestro entrenamiento personal, empezaremos definiendo cuánto tiempo puedo dedicar a la semana a entrenar además de las sesiones en la escuela. Debemos localizar y fijar nuestro pequeño momento de entrenamiento extra. A veces, parece imposible encontrar una simple hora al día, pero ese tiempo suele estar enterrado entre ratos de televisión, de presencia en redes sociales o dentro de una mala organización doméstica.


Una vez que tengamos definido un espacio/tiempo factible para complementar nuestro entrenamiento en la sala, es preciso fijar objetivos en cada área y ser fiel al plan de entrenamiento marcado.


El entrenamiento físico debe ocupar como mínimo tres días de la semana. El entrenamiento mental puede incluirse en la última de las tres etapas de cada sesión de entrenamiento:

  • Preparación/calentamiento

  • Ejercicio progresivo

  • Recuperación

La preparación y calentamiento se puede realizar utilizando la propia práctica marcial como conjunto de ejercicios funcionales de preparación. Para los que practicamos artes marciales chinas, las formas o Daolu pueden ser una herramienta funcional óptima para plantear esta primera fase.


El ejercicio progresivo debe responder a los objetivos de desarrollo sobre los que estamos trabajando. Un plan óptimo de trabajo que incluyo habitualmente ocuparía tres días de trabajo de fuerza (uno para cada patrón específico de acción), dos días de trabajo cardio vascular (uno de alta intensidad y uno de trabajo base), un día concurrente (ejercicios funcionales de fuerza y resistencia) y un día de recuperación (sesión de estiramiento completa, masaje, relajación, etc.).


Como mencioné anteriormente, este proceso debe ser guiado por un profesional o debes formarte para poderlo hacer correctamente. Un entrenamiento físico mal programado, con errores de procedimiento, establecimiento de cargas mal definidos, etc., puede ser lesivo y comprometer el conjunto de tu práctica de forma temporal o definitiva. Piensa en esto seriamente.


La parte de recuperación podemos establecerla con ejercicios de relajación, soltura y estiramiento controlado. Es importante no confundir una sesión específica para la mejora de la amplitud de movimiento, con el estiramiento que realizamos al finalizar la sesión, los procedimientos en cada caso son diferentes. También, como hemos dicho antes, dedicar unos 5 minutos finales a la meditación nos aportará múltiples beneficios.


DEFINIENDO OBJETIVOS

Evaluar cómo progresamos en la práctica nos ayudará a definir con mayor claridad nuestros objetivos. En la programación anual podemos establecer grandes objetivos como pueden ser:


1. Mejorar la resistencia en combate

2. Afinar las técnicas de golpeo y defensa

3. Aumentar la fuerza en la lucha

4. Mejorar el autocontrol

5. Aprender nuevas técnicas

6. Entender mejor las emociones

7. Mejorar la agilidad y equilibrio

8. Mejorar la adherencia al entrenamiento

9. Cambiar los hábitos nutricionales

10. Cambiar horas de televisión por horas de lectura

11. Gestionar mejor el estrés

12. Integrar mejor los valores de la práctica en la vida ordinaria


A partir de ahí, podemos marcarnos una subdivisión para trabajarlo todo todos los meses, pero poniendo el acento especial cada mes en uno de los objetivos concretos. Veamos un ejemplo:

A su vez, la organización de cada mes debe responder a una estructura semanal y diaria de acciones que se puedan llevar a cabo dentro del marco de conjunto. Veamos otro ejemplo:

En cualquier caso, una opción interesante es que vayas registrándolo todo, es decir, que anotes lo que haces cada día para poder disponer de un cuadro de referencia que te permita ver con claridad a qué le estás dedicando más o menos tiempo, siempre en base a los objetivos que te has planteado y a cómo percibes tu evolución hacia ellos. En este sentido, te recomiendo la entrada sobre la importancia de llevar un diario de entrenamiento (Ver entrada).


CONCLUSIONES

Como verás, no te he planteado una fórmula exacta para preparar tu programación. A lo largo de esta entrada, más extensa de lo habitual, he querido exponerte una filosofía de organización, una definición de pasos y de cuestiones que deberían resolverse para adaptarlo mejor a tus circunstancias.


Saber que tienes un plan te permite fijar mejor un rumbo determinado. Puedes avanzar conociendo mejor tus progresos, tus déficits y cómo responde tu cuerpo, tu mente y tu espíritu a lo que les vas exigiendo en el día a día.


Los planes son referencias de intenciones. Tener un programa de pasos sobre objetivos claros, con una base correcta, puede ser útil como guía para transitar la vía reduciendo las incertidumbres a las que te tendrás que enfrentar. Ir integrando poco a poco las propuestas del arte en tu vida es lo que lo convierte en un camino práctico, filosófico y ético con importantes repercusiones en todos los ámbitos personales.


Unas cuantas horas dedicadas a organizar lo que hacemos, lo que queremos hacer y cómo vamos a hacerlo nos reportará, sin duda, una gran seguridad interior. ¿A qué esperas para hacerlo?

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