ESTIRAR EL CUERPO ¿CÓMO Y PARA QUÉ? PARTE 2
En el entrenamiento de las artes marciales, el desarrollo de estas cualidades forma parte de la propia estructura interna de los sistemas. Estos contienen ejercicios de todo tipo, desde isométricos hasta pliométricos, combinados en diferentes formas de ejecución. Estos ejercicios realizados con el correspondiente control permiten, en su repetición progresiva, mejorar las cualidades combativas del practicante, sobre todas las asociadas a acciones complejas en cuanto a ángulos, alturas y distancias de ataque.
Sin embargo, para poder abordar de forma segura estos trabajos y que nos permitirán mejorar nuestras cualidades motrices, es preciso que mantengamos la calidad de la estructura en condiciones efectivas para asumir la carga de trabajo sin lesiones. Por este motivo resulta fundamental comenzar el entrenamiento por un calentamiento articular general, combinado a posteriori con una sesión inicial de estiramientos. Entenderemos a partir de aquí el ejercicio de estiramiento como una acción de fuerza aplicada sobre los músculos en la dirección contraria a su dirección de contracción.
En esta fase inicial del estiramiento debemos conjugar varios elementos: por un lado la exigencia estructural corporal acorde a su futura utilización y, por otro, un tipo de respiración específica como apoyo a nuestra acción sobre los reflejos naturales de estiramiento, su inhibición o el control en su proceso dinámico de emergencia. Este reflejo de estiramiento, o miotático de tracción, aparece como un sistema autónomo de nuestro cuerpo para evitar luxaciones o extensiones excesivas que comprometan el equilibrio general de nuestra estructura corporal, o que impliquen un riesgo para sobrepasar nuestros límites generales de flexibilidad o elasticidad con la consiguiente lesión.
La fase de estiramiento inicial en nuestra escuela, para sesiones medias de 2 horas de entrenamiento, ocupa entre un 8 y un 10 % del tiempo total de la sesión en una configuración flexible y atendiendo al tipo de trabajo que se proyecta para cada sesión. No existe realmente un tiempo estándar que garantice la efectividad de la fase pero, en términos generales, el monitor puede realizar las oportunas indicaciones para que las sensaciones durante el ejercicio aporten la información necesaria para garantizar su efectividad, así como su productividad para el rendimiento de las fases posteriores.
En practicantes entrenados el tiempo es relativo y suele basarse en su propia percepción del estado de elongación y tono muscular general y específico.
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