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El culto a los ancestros en la tradición marcial


La prosperidad y la decadencia tienen cada una su estación,

lamento no haberme hecho un nombre antes.

La vida humana carece de la permanencia del metal y la piedra.

¿Cómo podríamos alargar sus años?

Nos transformamos de repente, como toda la materia,

pero un nombre glorioso es un tesoro duradero.

Poema de la dinastía Han


INTRODUCCIÓN

Uno de los ejes de la vía marcial es la toma de conciencia de la ineludible obsolescencia de la vida. La conciencia sobre la fragilidad de lo existente frente a las inclemencias del destino hace que percibamos el fenómeno existencial de una forma bien distinta de lo que sería sin esta gran certeza trascendental.


Algunos orígenes de la marcialidad, su génesis en los campos de batalla y en los escenarios de muerte que estos representan, han condicionado con cierta profundidad las reflexiones de los maestros sobre la vida en general y sobre sus métodos como herramientas para protegerla o para suprimirla. La muerte y la trascendencia espiritual han sido, por así decirlo, compañeros de viaje influyentes para todos los maestros y estilos desde su origen.


El guerrero acepta la muerte como parte de la vida y no duda en dirigirse hacia ella sin miedo, prefiriendo el origen violento de las Keres frente a la suavidad del Thánatos, desde la aprobación lógica del que comprende cómo funciona el Ser cuando la materia y el espíritu se dan la mano sin contradicciones. Entender la posibilidad de la muerte violenta en situaciones como la guerra forma parte de la propia lógica del contexto.


No obstante, esta aceptación, propia de la filosofía guerrera, no se corresponde con la forma en la que una gran parte de la sociedad se relaciona con la Parca y con todo lo que se presupone que viene después. Esta diferente visión parece influida por el mayor o menor apego que desarrollamos hacia el personaje (ego) con el que operamos en estos dos contextos tan diferentes.


Dos tipos de roles distintos, que evolucionan en contextos más cercanos o alejados a la realidad del final y que, dentro de la operativa que se infiere para ambos escenarios, adelantan o posponen este acto de necesaria reconciliación con lo inevitable.


De estos planteamientos sobre el final de nuestras vidas deviene, de forma natural, todo un mundo subjetivo de relaciones interactivas simbólicas con lo trascendente, con los antepasados y sus espíritus, con lo absolutamente desconocido, dando lugar a muchas de las celebraciones y rituales que se perpetúan de forma perenne en todas las culturas a lo largo de la historia.

Entender la posibilidad de la muerte violenta en situaciones como la guerra forma parte de la propia lógica del contexto.

Muchos de estos rituales han combinado lo festivo con lo dramático, garantizando con ello cierto grado de bienestar psicológico frente al drama final. Son procesos que han evolucionado en el tiempo, generando diferentes modelos de catarsis social; recursos que nacen del encuentro entre lo religioso y lo mundano a través de la imaginación, los mitos, la simbología y la incuestionable realidad.


Aunque en la cultura china se celebran diferentes festividades de este tipo, en el ámbito de las artes marciales chinas, el culto a los antepasados ha sido y es una constante familiar desde la antigüedad que recoge muchas de estas premisas simbólicas rituales.


En la presente entrada intentaremos exponer un conocimiento básico de este culto ancestral y de su relación de sentido con las escuelas de Wushu tradicional.


HABLEMOS DEL CULTO

El culto a los antepasados en la cultura tradicional china es una práctica ritual y religiosa que refleja veneración y respeto hacia los ancestros y antepasados fallecidos. Esta práctica tiene raíces en la antigua religión china.


Antes de la introducción y adopción del taoísmo, el confucianismo y el budismo (fusionadas posteriormente en un único fenómeno sincrético muy particular conocido como sān jiào hé yī 三教合一, que se traduce como «tres religiones en una», las antiguas prácticas religiosas chinas estaban profundamente arraigadas en la veneración de los ancestros, el culto a un panteón de diferentes dioses celestiales y la adoración de la naturaleza y sus fuerzas, incluidos los espíritus que la conforman.

Esta veneración consistía en un conjunto de prácticas, fundamentalmente chamánicas, que se centraban en la comunicación con el mundo espiritual a través de rituales, ofrendas y la mediación de los chamanes. Esta religión primitiva abarca elementos como el culto al tótem, rituales de fertilidad y veneración del alma, centrándose en la adoración a los ancestros fallecidos con el propósito de obtener sus bendiciones.


Con el tiempo, algunas de estas creencias y prácticas se fusionaron y evolucionaron para formar las bases de lo que, más tarde, se conocería como taoísmo y otras tradiciones religiosas chinas.


Las primeras huellas arqueológicas de estos cultos a los ancestros las encontramos en la sociedad Yangshao, una importante cultura neolítica en el valle medio del río Amarillo en China, que jugó un papel crucial en el desarrollo de su civilización. Esta sociedad floreció inicialmente en las tierras de la provincia de Shanxi, antes de desplegar su influencia hacia regiones del norte y centro entre los años 6000 y 1000 a.C.


Andersson y su equipo en la aldea de Yangshao, con miembros chinos. De izquierda a derecha: el geólogo y paleontólogo chino YUAN Fuli, Johan Gunnar Andersson, el jefe de la aldea de Yangshao, el Sr. Wang, y el predicador chino, el Sr. Wang, posando juntos para una fotografía en la aldea de Yangshao en 1921, en el momento de la primera excavación. (Imagen proporcionada por el Sr. HOU Junjie)
Andersson y su equipo en la aldea de Yangshao

Más tarde, durante la dinastía Shang, que se extendió desde el 1600 hasta el 1046 a.C., se pensaba que los ancestros de la nobleza se hallaban en el cielo, compartiendo una cierta jerarquía feudal con otras divinidades de índole espiritual. Estos ancestros celestiales no eran inalcanzables; de hecho, se creía que un chamán podía servir como puente de comunicación entre ellos y el mundo terrenal.


Durante el siguiente periodo, dinastía Zhou, 1046 al 256 a.C., se erigieron los primeros zōng miào (宗庙) o «templos ancestrales» en honor a los ancestros de los gobernantes dentro de los propios palacios reales, lo que se acabó convirtiendo en un distintivo esencial que definía a una capital. Fuera de palacio, para el resto de la sociedad, también se construyeron los denominados zōng cí (宗祠, traducido habitualmente como «templos de los antepasados de un clan».


En la actualidad, el rito se ha seguido manteniendo sobre la base de algunas de sus principales características:

  • Altares Familiares: Muchas casas tradicionales chinas cuentan con altares familiares donde se rinden homenajes a los antepasados. Estos altares a menudo tienen tablillas con los nombres de los antepasados, y es común hacer ofrendas de comida, incienso y papel moneda.

  • Festivales: Hay varios festivales específicos dedicados al culto de los antepasados. El Festival de los Fantasmas, también conocido como Festival Zhongyuan en el taoísmo y Festival Yulanpen en el budismo; el Festival de Qingming o El Día de la Ropa de Invierno, un festival celebrado por comunidad Bouyei de Guizhou, con una «batalla de calabazas» el primer día del calendario lunar chino. (Hablaremos de estos tres festivales en próximas entradas monográficas sobre cada uno de ellos)

  • Creencias: Se cree que los espíritus de los antepasados continúan existiendo en otro reino y pueden influir en la fortuna de los vivos. Honrar adecuadamente a los antepasados puede asegurar su bendición y protección, mientras que descuidarlos podría provocar su descontento y mala fortuna.

  • Rituales: Los rituales asociados con el culto a los antepasados pueden incluir la quema de incienso, la presentación de ofrendas de alimentos y bebidas, la quema de papel moneda o de objetos hechos de papel (como coches, casas o ropa) que los antepasados puedan usar en el más allá, y la recitación de oraciones o mantras.

  • Moralidad y filialidad: El culto a los antepasados también está ligado al concepto confuciano de xiao 孝 o piedad filial, que enfatiza el respeto y la devoción hacia los padres y antepasados. Es una forma de asegurar que los valores y la memoria de la familia se transmitan de generación en generación.

Todos estos elementos reflejan la creencia fundamental en la continuidad entre el pasado, el presente y el futuro, así como la comunicación entre los vivos y los muertos.


LA TRADICIÓN EN LAS ESCUELAS

Esta tradición ha sido transferida también al contexto de la marcialidad hasta el punto en el que las escuelas tradicionales tienen sus propios espacios para los difuntos. Estos altares no solo honran a los antepasados en general, sino específicamente a los maestros y fundadores de estilos particulares de artes marciales que han fallecido.


Los motivos por los que estos altares subsisten en la actualidad son muy variados, pero podemos concretar cuatro aspectos fundamentales que los justifican y que le dan sentido en el marco de la práctica:

  • Respeto a los maestros del estilo: Al igual que las antiguas prácticas de rendir homenaje a los difuntos mediante ofrendas, los altares en las escuelas de artes marciales buscan mostrar respeto y gratitud a aquellos que han pasado antes, especialmente a aquellos que han contribuido significativamente al linaje y la tradición de un arte marcial específico.

  • Ofrendas: En estos altares, es común ver ofrendas como incienso, frutas, flores y, a veces, alimentos y bebidas. Estas ofrendas son una forma de mostrar respeto y asegurar que el espíritu del maestro o antepasado esté en paz y continúe bendiciendo y protegiendo a la escuela y sus estudiantes.

  • Conexión espiritual: Al igual que las antiguas creencias sostenían que cuidar y honrar a los muertos traería beneficios a los vivos, en las escuelas de artes marciales, se cree que, al honrar a los maestros fallecidos, los estudiantes pueden recibir su guía y protección espiritual.

  • Recordatorio de la tradición: Los altares también sirven como un recordatorio constante para los estudiantes sobre la historia y tradición de su estilo, así como la importancia de mantener y transmitir ese legado.

CONCLUSIÓN

En cualquier caso, lejos del profundo significado cultural y religioso de estos rituales y de sus espacios de culto, un aspecto importantísimo de todo lo que hemos visto hasta ahora es el impacto que todo ello tiene en la psique del practicante cuando toma conciencia de ello.


Su vinculación desde el sentimiento con un aspecto esencial de la vía, el reconocimiento de valores que sobrepasan la utilidad práctica, el dominio personal, la consecución de objetivos o cualquier fantasía que nos motive al entrenamiento, operan en un rango de valoración distinto.


Estos espacios de culto nos muestran un corazón escondido que debe revelarse desde el sentimiento y desde un tipo de comprensión que no depende de cantidades ingentes de información. Aspectos que, aunque pueden suplirse en la práctica desde otros posicionamientos conceptuales, justifican su supervivencia en los entornos tradicionales de práctica en China y nos aproximan a esta aceptación tan compleja de asumir.


Todo ello suma y le aporta a la práctica un profundo sentimiento de sentido, responsabilidad, esfuerzo y trascendencia, elementos que contribuyen, como tantos otros de la práctica, a la forja del espíritu que nos propone la tradición para hacerle frente a la vida y a su final.

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