El arte de aprender el arte
GENERAR PREGUNTAS
La progresión de un practicante de artes marciales es directamente proporcional a la generación de las preguntas correctas que este es capaz de producir sobre los temas verdaderamente importantes y significativos de la práctica.
Esta generación de preguntas debe producirse en todos los ámbitos de la disciplina estudiada: el propio modelo de entrenamiento; la preparación física, técnica y táctica del sistema; su filosofía profunda, la didáctica del profesor, las formas, el combate, los modelos para la mejora de la habilidad, etc.
Para que esto ocurra, es necesario fomentar una actitud analítica en el alumnado desde el comienzo de su formación. Este fomento debe partir del profesor, desde su propia actitud, hasta las propuestas de reflexión que debería plantear a sus alumnos de forma general y específica. Esta acción personal del profesor, entre muchas otras, es el primer marco de referencia para que el alumno desarrolle su propia mecánica interrogativa, es decir, crear sus propias preguntas.
El sentido fundamental de implementar esta actitud, entre otros también importantes, es llenar de cuestiones significativas el baúl general de interrogantes relativos al aprendizaje. El alumno necesita disponer de un bloque de información que le permita, posteriormente y en un proceso más profundo y casi imperceptible, sintetizar, agrupar, y unificar las grandes cuestiones que le impulsen en su camino de progreso en el arte marcial practicado.
CONTROLAR LA PROPORCIÓN DE ANÁLISIS Y ATENCIÓN
Pero, a la par que se fomenta esta actitud de análisis para mejorar la comprensión y el aprendizaje de las temáticas abordadas en las sesiones, también es importante enseñar al alumno a desvincularse temporalmente de dicha actitud, es decir, hacerle ver que la reflexión no debe ocupar siempre el 100% de nuestra actividad cognitiva durante el entrenamiento y que debe decantarse también, en una gran parte del aprendizaje, por una actitud de plena atención sobre lo que está aprendiendo en directo.
es necesario fomentar una actitud analítica en el alumnado desde el comienzo de su formación.
Lograr este equilibrio entre análisis y atención no siempre resulta sencillo ante un grupo con intereses, motivaciones, niveles y actitudes individuales diferentes. El trabajo del profesor en este sentido es fundamental, debiendo dar puntualmente las instrucciones precisas para que el alumno se decante potencialmente por una u otra actitud, o que las combine, en un modelo de proporción óptimo para producir los objetivos pedagógicos que persigue.
ATENCIÓN COMPARTIDA
Según García Sevilla (1997), la atención es el mecanismo implicado directamente en la activación y el funcionamiento de los procesos y/u operaciones de selección, distribución y mantenimiento de la actividad psicológica.
Esta autora nos indica que el proceso atencional, considerado como propiedad de la percepción, produce dos efectos principales:
Que la experiencia perceptiva no se presente de forma desorganizada, sino que al incluir o excluir datos en su proceso selectivo, estos se organicen en términos de fondo y figura.
Que se perciban los objetos de la forma más clara y comprensible.
El papel de la atención en el proceso conjunto de la percepción es de la máxima importancia, ya que demuestra que el ser humano escucha de forma consciente, que es más que una simple melodía que oye, le da un significado, incluso a niveles intensos, y que el hombre no solo ve, sino que observa y contempla (Rubenstein, 1982).
En definitiva, se trata de establecer un marco de aprendizaje en el que el alumno comprenda los contenidos de la forma más clara posible sin auto interferirse, algo que ocurrirá si comienza a producir cuestiones antes de almacenar, organizar y sintetizar la información durante el proceso atencional. Con una clara comprensión de lo observado se concretan mucho mejor las cuestiones que incrementan el nivel del practicante.
SOBRE EL COMBATE
Estos conceptos e ideas, como dijimos al principio, afectan a todo el marco del entrenamiento, pero de forma especial a la parte relativa al combate.
Durante el combate, la atención no se dirige a teorías específicas expuestas por el maestro o profesor durante sus explicaciones o correcciones. La atención se enfoca directamente sobre los procesos combativos que se van generando en la interacción con el oponente con el que se realiza la práctica.
De ahí que, en ejercicios de combate en los que hay un «exceso de análisis» por parte de los luchadores, se reducen considerablemente las experiencias directas de estos y aumentan los fallos de reacción; fallos que implican un uso desproporcionado de diferentes áreas del cerebro en actividades que no son jerárquicamente prioritarias en ese momento.
Y resaltamos las palabras «exceso de análisis» porque en el marco del estudio del combate, es decir, en el modelo de combate de entrenamiento y de aprendizaje, si es necesario mantener activa una parte de nuestra reflexión sobre el todo lo que acontece.
Se trata de un ejercicio de toma de conciencia de aspectos que quedan en un segundo plano durante el ejercicio. Del mismo modo en que el proceso reflexivo puede interferir la clara comprensión de lo que se está observando, una ausencia absoluta de dicho proceso reducirá considerablemente la profundidad de aprendizaje que podemos lograr durante este tipo de ejercicios.
En múltiples ocasiones, el objetivo del ejercicio también se desdibuja por culpa de la emergencia emocional, de la voluntad de ganar o de la presencia permanente del ego; todos estos elementos están directamente relacionados con la mente reflexiva que pretende imponerse como proceso prioritario cuando no lo es en realidad.
De esta forma se configura el Taiji de la práctica en términos de polaridad complementaria e interactiva entre atención y reflexión. Un Taiji en el que NO nos decantaremos absolutamente por una u otra tendencia, buscando en todo momento la capacidad de ajustar la proporción óptima de cada una de ellas para cada situación concreta, ahí radica una parte importante del éxito en el arte de aprender este arte.
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