CHEN SHI TAIJIQUAN. YI LU
En el currículo técnico de la primera de las dos formas del estilo que trabajamos nos encontramos, en primer lugar, con una técnica denominada Yu Bei Shi 预备式 , posición de partida, postura preparatoria o forma de preparación, entre otras múltiples maneras de llamarla. Sin embargo queremos comenzar esta serie de entradas relativas al compendio técnico del estilo por un paso anterior a Yu Bei Shi, aunque esta idea inicial no aparezca en el repertorio de técnicas del estilo. No aparece sencillamente porque no se trata de una técnica, es un prolegómeno de gran importancia antes de comenzar la forma. Nos referimos a la postura o estado denominado Wu Ji 無極.
Podemos traducir Wu Ji como «sin estructura» o «sin forma definida». En los textos clásicos de la familia yang, el capítulo II atribuido al maestro Yang Zhao Qing (Yang Cheng Fu) 杨澄甫 (1883-1936), se enumeran los diez puntos de máxima importancia en la práctica del Taijiquan 太極拳:
1. Energía en lo alto de la cabeza ligera y sensible
2. Hundir el pecho y elevar la espalda
3. Relajar la cintura
4. Distinguir entre lleno y vacío
5. Hundir los hombros y doblar los codos
6. Usar la mente y no la fuerza
7. La unidad de lo superior y lo inferior del cuerpo
8. La unidad de lo interno y lo externo
9. Continuidad sin interrupción
10. Buscar la quietud dentro del movimiento
Estas instrucciones, de gran valor para cualquier practicante de Taijiquan de cualquier estilo, nos aproximan al sentido original del estado Wu Ji antes de comenzar la práctica de la forma. Nos referimos al momento en el que nos colocamos con los pies juntos antes de separar las piernas para ejecutar lo que llamamos Yu Bei Shi y que analizaremos en la próxima entrada de esta serie.
El término Wu Ji hace alusión al momento anterior a la creación del yin y el yang. Es un estado en el que no hay diferenciación inicial, no hay dualidad, todo está integrado estando el tiempo y el espacio aún pendientes de creación. Wu Ji, como representación del vacío primigenio, aporta un significado al instante que separa nuestro estado habitual con el momento de iniciar lo que será una experiencia de flujo permanente entre las técnicas del estilo, aplicando concienzudamente todos los principios que hacen de este sistema una práctica interna en sí mismo.
Conferimos un gran valor a ese instante porque es de suma importancia que diferenciemos muy conscientemente el "antes" y el "durante" de la forma. Cuando separamos nuestras piernas comenzamos una danza de inercias que nos propondrá respiraciones específicas, concentración, estado de relajación y conciencia corporal muy diferentes al estado previo al entrenamiento.
Wu Ji nos plantea dos direcciones de ejecución. Una en una matriz estructural en la que las primeras instrucciones detalladas anteriormente deben ser aplicadas con el máximo rigor. Otra segunda dirección que nos permita elaborar unas condiciones de flujo energético óptimas para la producción del primer Taiji (yin/yang) en la que nuestra mente se centre absolutamente en el núcleo de nuestra estructura energética. Cuerpo, mente y espíritu deben unificarse sin ningún despliegue temporal antes de iniciar el ejercicio.
Para ejecutar correctamente esta posición utilizaremos de partida la posición Pin Bu, en la que nuestros talones están juntos y las puntas de nuestros pies forman un ángulo de 90 grados entre ellas. Esa base triangular en nuestros pies con los talones en contacto, establecerá una base de soporte ideal para localizar nuestro equilibrio central situado a unos dos o tres centímetros debajo de nuestro ombligo y en el centro de nuestro cuerpo. Para lograrla correctamente tendremos que relajar la cintura y dejar que la pelvis se retrovierta lo suficiente para que una serie de puntos energéticos se alineen y procuren el estado energético óptimo para la función de la posición.
Esa ligera báscula pélvica y la ligera flexión de las rodillas permitirán aumentar la conciencia de centro corporal, a la vez que ayudará a desbloquear el flujo energético generando en la parte superior del tronco y extremidades superiores un estado de relajación fundamental para la primera secuencia de movimientos.
Al unir nuestros talones y nuestras piernas establecemos un contacto directo, o de gran proximidad, entre los canales yin de nuestras extremidades inferiores cuyo flujo energético ascendente aumentará su intensidad sin obstáculos en la cintura, previamente relajada con la ligera retroversión a la que la hemos sometido.
Esta ligera retroversión producirá una disminución de la lordosis lumbar (curvatura de la zona lumbar) lo cual permitirá una mejor circulación energética hasta el punto denominado Ming Men 命们, traducido habitualmente en el ámbito de la acupuntura como "puerta del destino", "puerta de la vida" o "puerta de la luz". El punto exacto para su localización está situado debajo de la apófisis espinosa de la segunda vértebra lumbar y pertenece al canal extraordinario Du Mai 督脈, también traducido habitualmente como Vaso Gobernador en el ámbito terapéutico tradicional chino.
Este punto alberga el "fuego auténtico", actúa sobre los riñones, el yin del agua en nuestro cuerpo y la fuente de la vida primaria. Hablamos de los elementos fundamentales de la alquimia taoísta en el que se almacenan nuestras más fundamentales energías, aquellas que nos marcan los límites temporales de nuestra existencia terrena.
Desde otro ángulo simbólico de observación, podemos vislumbrar que si seguimos el orden de transformación de los trigramas contenidos en el octograma de Fu Xi (I Ching), también llamado «del cielo anterior», veremos que tras la acción inicial formativa de los cuatro trigramas que anteceden la materialización progresiva de lo manifestado, la creación de nuestro universo pasa desde el trigrama Chen (Trueno) directamente al trigrama Kan (Agua), como punto de partida creativo de la base tierra que contiene a toda estructura física. Es habitual que, en el estudio teórico del Taijiquan, nos encontremos con elementos de gran valor simbólico dentro del marco global de la cultura tradicional china. En este caso podemos observar una lógica interpretación de la representación dinámica que se pretende abordar a través del Taijiquan de las fuerzas que operan de forma complementaria en nuestro universo.
Determinar este eje energético y estructural es lo que algunos maestros han señalado como hundir la mente en el Dantian 下丹田 o hundir el Qi 氣 en el Dantian. Es importante matizar que en ambos casos, aunque hablamos de lo mismo, queremos aplicar dos principios a un mismo concepto o idea. La energía y la mente están indefectiblemente ligadas en lo que somos. Nuestra mente es una forma de expresión de una energía que circula por nosotros en mayor o menor grado, con mayor o menor flujo. Para el caso de la práctica del Taijiquan pretendemos establecer un marco idóneo de fluctuación en el que se encuentren de forma sinérgica todos los elementos que nos conforman como seres vivos, seres energéticos y espirituales.
Wu Ji por lo tanto nos va a exigir una calma del corazón, un estado de tranquilidad que debe abordarse desde la idea nuclear del wu wo (sin ego) y wei wu wei 爲無爲 (acción sin acción). Encontrar un estado equilibrado de cuerpo, mente y energía es el objetivo directo de esta posición. Una estructura que nos prepara para entrar de lleno en la polaridad extrema de los opuestos, entrelazados de forma dinámica en una danza de complementariedad y alternancia equilibrada.
El correcto alineamiento del sacro y la coronilla nos permitirán que, desde la puerta de la luz, el ascenso energético se produzca de forma equilibrada, potente y continua. Para que esto ocurra es fundamental que no existan tensiones estructurales en la espalda provocadas por un mal alineamiento de la cabeza, o de los brazos, que deben permanecer a ambos lados del cuerpo, sin avanzar los hombros que no se rotan en ninguna dirección.
Los brazos cuelgan de forma natural hasta que las manos se apoyen en ambas piernas, concretamente en el punto en el que nuestros dedos corazón tocan el centro de la parte externa y media de nuestros muslos. Este punto pertenece al canal de la Vesícula Biliar, que representa la madera en nuestro ciclo bioenergético de los cinco elementos, concretamente su parte yang, al yin le correspondería el hígado. Se le enumera como el número 31 de dicho canal y su nombre es Fengshi que se traduce como "Ciudad del viento". La función bioenergética de este punto es, fundamentalmente, movilizar la energía y la sangre de los miembros inferiores, los pilares dinámicos de la práctica.
La concentración en el Dantian se acentúa al incluir la respiración abdominal durante esta fase del comienzo. La respiración abdominal debe incluir el gesto anterior y posterior para que el resultado de la movilización diafragmática sea correcto. No podemos simplemente inflar el abdomen al inspirar porque comprometeríamos la reducción de lordosis antes comentada. El gesto de hundir ligeramente el pecho tiene que ver directamente con la relajación profunda de la caja torácica, sin tensiones intercostales, o claviculares, que comprometan la respiración completa que pretendemos.
Para una correcta ejecución del proceso respiratorio debemos fijar la punta de nuestra lengua en el velo del paladar y asumir el gesto respiratorio únicamente por la nariz, tanto en su fase de inspiración como en la de espiración. La elevación suave de la coronilla y la introducción del mentón nos permitirán un espacio respiratorio interior más equilibrado y vertical. Los ojos entrecerrados inicialmente nos pueden ayudar enormemente a todo este proceso.
A partir de esta respiración abdominal profunda, un estado mental meditativo concentrado inicialmente en la organización sensitiva y estructural de todo nuestro organismo y la disposición de espíritu oportuna para la práctica, abordamos la búsqueda de la vacuidad absoluta de la que el único pensamiento resultante sea la división natural de nuestra estructura en yin y yang.
En algunos textos antiguos parece insinuarse que la separación de piernas inicial en la práctica deviene natural si el Wu Ji está correctamente ejecutado. Sin embargo, el matiz trascendental debe obedecer a un objetivo dentro de la estructura general del ejercicio. La concentración, la calma respiratoria, el estado sensorial propioceptivo acentuado, el equilibrio corporal justo y los puntos de acción bioenergética debidamente estimulados, entre otros elementos más, deben permitirnos producir voluntariamente ese único pensamiento ligado a la práctica de armonización de nuestros polos profundos a través del desarrollo de la secuencia. En el momento en el que tengamos dicha focalización planteada, en ese preciso instante, la determinación de la apertura es inmediata, no hay pensamientos que antecedan o precedan a ese momento, ocurrirá de forma determinante.
Por este motivo es preciso no valorar el tiempo que mantendremos esa posición. Será el que necesitemos para llegar al estado que señalábamos en el párrafo anterior. Sabremos que estamos en un equilibrio óptimo para iniciar la regulación y la acción mantenida todo el tiempo que dure la forma.
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