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Asumir la responsabilidad del potencial violento: una reflexión sobre la necesidad del entrenamiento marcial


«El hombre que quiere lograr la paz debe ser más fuerte que el que quiere hacer la guerra.»

Sun Tzu

El arte de la guerra


Introducción

En un mundo donde la paz es un anhelo universal, es fácil caer en la trampa de confundir pacifismo con debilidad. Sin embargo, el verdadero pacifismo no surge de la incapacidad de ejercer la violencia o de negarla, sino de la elección consciente de evitarla cuando se tiene el poder de aplicarla. En este artículo reflexionamos sobre la importancia de asumir la responsabilidad que conlleva el estar preparado, tanto física como mentalmente, para ejercer la violencia en situaciones extremas, y cómo esta preparación personal responsable puede contribuir a una sociedad más justa y equilibrada.


Pacifismo mal entendido

El poder que otorgan las artes marciales es un poder que va más allá de la mera capacidad física y mental para el combate; es el poder de ser pacífico por elección personal. Confundir pacifismo con debilidad, miedo, incapacidad o falta de principios es un error común. Muchas veces, escondemos algunas o todas estas características bajo la premisa de un odio a la violencia y el deseo de un mundo pacífico. Sin embargo, la naturaleza humana y la naturaleza misma no son inherentemente pacíficas; la paz debe ser cultivada y defendida activamente por las personas que son conscientes de su importancia absoluta.

el poder de ser pacífico por elección personal.

La naturaleza humana y la necesidad de la fuerza

La naturaleza de las personas no es pacífica sin una educación en valores y principios sólidos. La convivencia pacífica y el progreso requieren un compromiso con la justicia, lo que implica que los injustos no deben quedar impunes y que los débiles no deberían dictar la respuesta oportuna ante la injusticia.


La existencia de individuos que amenazan la estabilidad social, algunos impulsados por sus apetencias descontroladas, otros por una manifiesta conducta o comportamiento psicopático, demanda una respuesta contundente cuando se sufre su acción violenta en la inmediatez sin opción de escape . Es en este contexto donde el entrenamiento marcial se revela no como una preparación para la violencia, sino como una garantía de supervivencia y de paz.


Lecturas temáticas recomendadas. Disponibles para socios en

Wushu University Research Library


La preparación como responsabilidad social

Cuando un individuo percibe al grupo humano en el que convive como supeditado a él y a sus deseos desmedidos, es crucial que entienda el riesgo que corre al hacerlo y las consecuencias que conlleva. Aquí radica la importancia de ser potencialmente ofensivo, es decir, de poseer la capacidad para ejercer la violencia de manera extrema si las circunstancias lo exigen para promover una acción disuasoria de cualquier potencial elemento agresor. Sin esta capacidad, la injusticia puede prevalecer, y la paz se convierte en una mera ilusión.

es crucial que entienda el riesgo que corre al hacerlo y las consecuencias que conlleva

Además, el entrenamiento también nos prepara para no caer en la provocación, para entender estratégicamente la situación y para tomar decisiones oportunas que, en determinadas ocasiones, pueden conllevar una buena carrera o la necesidad de esconderse ante fuerzas insuperables.  Es un arte que intenta asumir el mayor número de variables de respuestas inteligentes para aumentar las garantías de supervivencia en escenarios de riesgo y violencia.



El sacrificio personal y el valor del entrenamiento

Es normal que el miedo a situaciones potencialmente agresivas y violentas nos empuje a rechazarlas, pero este rechazo no garantiza que la situación desaparezca o se solucione. Por el contrario, en muchas ocasiones es necesario asumir riesgos y sacrificios personales para confrontar y resolver dichas situaciones cuando no hay ninguna opción externa para hacerlo. Esta disposición a enfrentar el peligro es lo que diferencia al verdadero pacifista del cobarde. La cobardía no es la existencia desmedida de miedo, sino la incapacidad de asumir la responsabilidad de proteger el bienestar colectivo, asumiendo el riesgo, esfuerzo, malestar y el sacrificio que dicha acción puede conllevar.


La falacia de la protección externa

Vivimos bajo la ilusión de que las leyes y las fuerzas del orden nos protegerán en todo momento. Sin embargo, las leyes son meros códigos sociales, y la policía, aunque esencial y garante de que estas leyes se cumplan, no puede garantizar la protección inmediata en todas las circunstancias. Esta realidad nos obliga a no delegar completamente el uso de la violencia en otros, sino a entender que, en ciertos momentos de desprotección policial, debemos estar preparados para actuar nosotros mismos para hacer frente a las inclemencias de este tipo de encuentros nefastos.


Por estos motivos, creemos necesaria una interpretación correcta del entrenamiento marcial, que más allá de ser una preparación para la violencia, es un compromiso necesario para asumir la responsabilidad y sacrificios que conlleva la paz. Es una afirmación de que estamos dispuestos a asumir los riesgos que implica mantener el equilibrio y la justicia en nuestra sociedad.


Solo a través de este compromiso podemos construir un mundo donde la paz no sea el resultado de la negación de la lucha, sino de la elección consciente de evitar la violencia cuando es posible, y de confrontarla con efectividad cuando es absolutamente necesario.

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