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¿A qué nos referimos con el término «tradicional»?



Si aquellos que han juzgado más justamente los errores y las insuficiencias propias a la mentalidad de nuestra época se han quedado generalmente en una actitud completamente negativa o no han salido de ésta más que para proponer remedios casi insignificantes y muy incapaces de frenar el desorden creciente en todos los dominios, es porque el conocimiento de los verdaderos principios les hacía tanta falta

como a los que se obstinaban al contrario en admirar

.el pretendido «progreso» y en ilusionarse sobre su conclusión fatal.

“El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos”

Renè Guènon.


La semana pasada, uno de nuestros seguidores en redes nos preguntaba por qué hacíamos tanto hincapié en el término «Tradicional» para referirnos al tipo de trabajo marcial que realizábamos. Y aunque nuestra respuesta le pareció bastante aclaratoria, nos sugirió que hiciésemos alguna entrada de blog sobre este tema ya que, desde su punto de vista, existe una gran incomprensión sobre el término en nuestro ámbito de difusión.


Como en casi todas las definiciones importantes, debemos empezar por aclarar «lo que no es», lo que para nosotros no tiene nada que ver con el significado que imputamos a la palabra «tradicional».


Tradicional no es sinónimo absoluto de antiguo, no significa arcaico o anacrónico. Tradicional es en, cualquier caso, equivalente a sabiduría perenne, atemporal e indiscutible. No queremos decir con esto que nuestros sistemas marciales reúnan estas tres características, tanto en su modelo técnico como en su visión filosófica del conflicto que es la vida. Proponemos una visión de solidez atemporal frente a las incertidumbres que representan los modelos marciales modernos, modelos que no gozan de la experiencia generacional consustancial a estos otros, que han perdurado en el tiempo pese a las adversidades más acentuadas.


Vivimos tiempos oscuros para la sabiduría, tiempos plagados de soberbia en los que la razón pretende desbancar a la experiencia con meros preceptos lógicos ocasionales. Definimos lo tradicional en contraposición a esto, a lo moderno, como una forma de reivindicar la validez de otra forma de ciencia basada en lo empírico, actualizada y reformada, generación tras generación, desde tiempos que escapan a nuestros registros históricos sobre el pasado.


Nuestra visión de lo tradicional radica en la aplicación real y sincera de una actitud, unos conceptos y unos valores concretos de estudio y de práctica. Todos ellos, elementos transmitidos directamente de maestro a discípulo en una cadena ininterrumpida de evolución, experiencias, adaptaciones y síntesis integrales holísticas. Una actitud que descarta verdades absolutas en el contexto del caos del conflicto; verdades basadas en meros argumentos lógicos. Tratamos de trabajar sobre conocimientos certeros en relación a elementos reales, que se repiten, que han formado parte de lo humano desde el pasado.

Definimos lo tradicional en contraposición a esto, a lo moderno, como una forma de reivindicar la validez de otra forma de ciencia basada en lo empírico

La tradición se basa en un profundo conocimiento de la naturaleza humana. Conocimiento total sobre el cuerpo, la mente y el espíritu y, sobre todo, de la unidad indisoluble de interdependencias sinérgicas de estos tres componentes fundamentales de la vida humana. Solo desde este conocimiento se puede articular un proceso de respuesta efectiva total frente a los elementos de adversidad a los que podemos tener que enfrentarnos a lo largo de nuestras vidas.



Antes de que existiese la escritura, las personas ya se comunicaban de forma verbal y gestual. Lo hacían oralmente y gozaban de memorias sorprendentes. Sus ritos estaban constituidos por paquetes de memoria colectiva que incluían gestos, movimientos, sonidos y expresiones. También contaban historias en las que se mantenían transmisiones simbólicas arquetípicas, transmisiones eficaces gracias a sus estructuras repetitivas, rítmicas y de profundos significados.


Surgieron así canales para transmitir ideas profundas en el marco de la práctica para la guerra, para la lucha y supervivencia frente a las adversidades. Estos canales estaban basados en un modelo de comunicación espiritual de maestros a discípulos, transmisiones iniciáticas que incluían el germen de ese conocimiento actualizado que ha viajado en el tiempo a través de los estilos.


Tradicional es para nosotros el intento de ceñirse al plan de descubrir estos contenidos siguiendo indicaciones heredadas que no siempre responden a una lógica racional, pero que son efectivas, prácticas y reproducibles.



En este sentido, cuando hablamos de artes marciales mixtas, de modernos sistemas de autodefensa o de deportes de combate, estamos representando reflejos actualizados parciales descontextualizados. Fragmentos de un conocimiento que nos llegaba antes desde el pasado en un formato integral y sinérgico y que, en estos tiempos, intentamos deconstruir y recrear desde argumentos injustificados en un marco de contexto que no exige la veracidad funcional que existía en el pasado.


Por este motivo, la tradición se nos presenta como una forma holística integral de representación y transmisión de lo humano (y de lo marcial). Un sistema que responde a una necesidad de conjunto que muchas veces no se puede percibir desde una modernidad fragmentadora, amoral, egoísta y nihilista, regalos nefastos que nos hacen los innovadores de lo marcial desde la lógica de un contexto potencialmente irreal.  


En la vía marcial está todo escrito. Está todo desarrollado y contrastado en generaciones de guerras, formaciones, evoluciones de estilos y situaciones que han perfeccionado una forma especialmente afilada de selección natural. Los métodos de entrenamiento también han estado enmarcados en esta idea de conjunto, por más que algunos se empeñen en revisarlos para introducir todo tipo efectos llamativos.

la tradición se nos presenta como una forma holística integral de representación y transmisión de lo humano (y de lo marcial)

Nos referimos a la acción de un ejército mediático de productores de malabares sensacionalistas de entrenamiento, estúpidas ocurrencias mediáticas que buscan, sobre todo, un cierto grado de protagonismo en el actual circo repleto de payasos, acróbatas del márquetin o yonkis de la novedad inmediata.




La práctica tradicional es sinceridad, tenacidad, esfuerzo, moderación, humildad, respeto, curiosidad, exploración, aprendizaje constante, crecimiento espiritual y mejora de la persona en su conjunto cuerpo/mente/espíritu.

Tradición es leer a los clásicos y revivir lo que nos cuentan, meditando, reflexionando y experimentando sobre ello.

La tradición navega con estas tres velas de desarrollo avanzando con los vientos que le empujan desde el pasado. Tres elementos constituyentes que deben ir a la par, conjugando sus potencialidades en un único elemento resultante superior. Práctica tradicional significa escuchar a los maestros, esforzarnos por interpretar su mensaje, imitar razonando y explorar repitiendo conscientemente, asumiendo con verdadera humildad que no tenemos un marco completo de información comparativa, tan solo la experiencia que nos puede proporcionar nuestro entrenamiento desde la confianza en sus conocimientos.



Muchos de nuestros estilos han superado periodos históricos terribles. Han dado a sus estudiantes fuerza y determinación para superarlos. También herramientas para defender su vida y para mantenerse sanos frente a la enfermedad y la hambruna. Son estilos que han viajado al lado de la historia y de la evolución de la cultura; que han contemplado el crecimiento de las sociedades y luchado frente a la mediocridad a la que tiende la masa cuando es obligada a convivir acinada y compitiendo por lo básico y necesario.


Tradición es leer a los clásicos y revivir lo que nos cuentan, meditando, reflexionando y experimentando sobre ello. Actualizando nuestra visión del presente teniendo esos recuerdos en nuestra memoria para vislumbrar el futuro al que apuntan nuestros objetivos. Es dudar cuando el mensaje es contradictorio y comprender cuando la certeza resuena en nuestro corazón mientras entrenamos. La mente no descarta a priori a un corazón que la complementa y que es el refugio de un espíritu que no podemos ni debemos negar.

La práctica tradicional es sinceridad, tenacidad, esfuerzo, moderación, humildad, respeto, curiosidad, exploración, aprendizaje constante, crecimiento espiritual y mejora de la persona en su conjunto cuerpo/mente/espíritu.

Nuestra felicidad, nuestra salud física, mental y espiritual, o nuestro desarrollo como personas, se ven siempre favorecidos desde el punto de vista tradicional, un contexto que es exigente, que requiere esfuerzo, que evita la comodidad como objetivo y que plantea respuestas sobre las que debemos basar nuestro trabajo para solventar los interrogantes de la vida.


Para nosotros, hablar de artes marciales tradicionales es hablar de arquetipos, de sistemas de transmisión que han permanecido conectados con principios que no han sufrido menoscabo al atravesar miles de mentes y circunstancias. Procesos que se han mantenido válidos por algún motivo y que han sobrevivido para dar luz a la oscuridad con la que convivimos como seres bipolares naturales.


Quizá, la práctica marcial es tradicional porque sigue mostrando el camino integral para volver a unir algo absoluto, algo que el espacio y el tiempo han fragmentado. El cielo y el infierno están en nuestra cabeza mientras nuestros ángeles y demonios libran la batalla que nos llevará de nuevo al uno definitivo, ese espacio que la tradición nos marca como objetivo y en el que las dualidades finalmente se reintegran.



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