Nuevos cinturones negros en KFMS
El pasado 23 de febrero tuvimos la suerte de acoger en nuestra escuela la convocatoria 2018/2019 de exámenes de grado para 1º,2º,3º y 4º Duan de Wushu/Kung Fu de la Asociación Nacional de Clubes de Artes Marciales Chinas (Unionwushu). Las modalidades de examen que se convocaban en esta ocasión eran la de los departamentos de Qigong/Taijiquan, Sanda y Wushu Kung Fu.
Diferentes escuelas nos visitaron para presentar a sus aspirantes al pase de grado, así como la representación que configuraba el tribunal de examen constituida por 8 Maestros nacionales de diferentes estilos marciales tradicionales de Unionwushu.
Hemos podido disfrutar del impresionante trabajo realizado por las escuelas en los estilos de Wing Chun, Choy Lee Fut, Hung Gar Kuen, Shaolín Quan, Yang Shi Taijiquan, así como el examen de primer nivel de Qi Gong y de primer nivel de Sanda.
Ser testigo de un examen de esta categoría es siempre un privilegio, no solo porque se puede ver todo lo que hay detrás de un concepto aparentemente «simple» como es la idea de Kung Fu y como está dentro de todos estos diferentes estilos, también porque se es partícipe, tanto como examinado como en calidad de examinador, de una experiencia personal intensa, íntima y profundamente espiritual. Como ha dicho nuestro guía en el proceso «muchas escuelas diferentes pero un mismo espíritu».
Esta palabra tan denostada debería recuperarse para que realmente pudiese representar lo que hemos vivido en esta convocatoria de examen todos los presentes. La calidad del tribunal ha tenido un reflejo claro en la aptitud de los que exponían su trabajo. Y no me refiero exclusivamente al factor técnico, que ha sido magnífico, me refiero a la marcialidad expresada en términos de respeto, humildad, educación y todo lo que entiendo sinceramente que debe emanar de los que nos dedicamos a esto.
Este examen ha sido para mí una muestra de que vamos por el buen camino, de que dejaremos parte del trabajo en buenas manos, que la esencia del Kung Fu, no solo no se ha perdido, renace de nuevo con una ilusión que sorprende hasta a los más optimistas. Este resurgir es fruto del trabajo en equipo de muchos que creen, que se ilusionan, que luchan a diario para que el brillo de lo efímero no contamine la luz profunda de lo que subyace en la naturaleza humana.
El espíritu de lucha con humildad, bondad, generosidad, paciencia y respeto sobrevive a los focos, la extravagancia, la palabrería y la moda. Los charlatanes y figurines pasarán, nosotros pasaremos, todo se acabará tarde o temprano, pero el espíritu marcial seguirá con este profundo espíritu de responsabilidad y de voluntad de mantener con vida una tradición que nos enseña cómo ser mejores.
Las habilidades en el combate no son una herramienta para acrecentar el ego, para humillar a otros, para sentirnos más que los demás. Las vamos ganando gota a gota de sudor para percibir que el esfuerzo nos fortalece, que la voluntad crece ante la desidia, que la bondad deriva de la comprensión de igualdad y que la generosidad se instaura como única vía para el sentido real de la vida; y todo esto lo hemos respirado los presentes en esta ocasión excepcional.
Tenemos que dar siempre gracias al cielo por poder disfrutar de esta vía, con esta gente y desde estos lugares. Debemos hacerlo dando gracias siempre porque somos afortunados, muchos otros no lo pueden vivir así. No saben qué es esto, cómo se llega aquí, para qué sirve y de qué forma les puede enriquecer la vida. No saben ni que todo esto existe y esto es un motivo más que suficiente para que nuestro esfuerzo por expandir esta fuerza, por dar a conocer una vía más profunda y real para la vida, no decaiga nunca mientras sigamos respirando.
El amor es la vía que todo artista marcial recorre para encontrar su destino. Este fin de semana hemos sido testigos de ese amor por la práctica, por la virtud marcial y por la armonía entre las personas, podemos hacerlo porque nos asomamos a diario al fuego del desorden, de la furia y de la rabia, al infierno de la oscuridad que subyace siempre en un espíritu que se niega a cultivarse. Nosotros somos un motor más de muchos otros para empujar hacia arriba cuando casi todo tira hacia abajo.
No decaigamos nunca hermanos. Enhorabuena a todos los examinados y a todos los maestros que comparten, enseñan y se desviven por mantener viva esta idea frente a todas las inclemencias del presente.